Capítulo 12

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Louis puede describir perfectamente el sabor del plomo picando en la punta de su lengua casi como puede percibir la inquietud de Harry junto a él, solo si él no ocultara su aroma como si de un secreto de estado se tratase.

Han pasado demasiadas ideas en su cabeza y emociones cosquilleando en los poros de su piel y a penas el día comienza junto al latido de su corazón que se ha quedado dormido en su pecho. Su piel hormiguea cuando el cachorro frente a él, con esos ojos azules tan vibrantes como el mar visto desde una costa desolada, le mira tan interesado y con una sonrisa de punta a punta en su rostro pálido e inquieto.

—Esos son muchos años —agrega solo porque puede y no le molesta la idea de tener al niño con la idea de que Louis no lo ve como un tonto, especialmente porque a ninguún cachorro le gusta ser visto de esa manera.

—¡Lo sé! ¿Cuántos tienes tú?

Un jadeo se atraviesa en la mesa y termina cortando el bullicio en la mente del alfa con la tijera más afilada.

—Kenai —escucha llegar de Harry.

Él no es capaz de resistirse a mirarle. Y es su expresión vista desde su perfil lo que provoca un huracán en el vientre de Louis junto a una llovizna de otoño que arrasa con las huellas de todos los amores pasados que alguna vez dejaron clavado una daga en su escuálido corazón.

Louis se pregunta cómo alguien puede ser tan cautivador sin siquiera molestarse en intentarlo, y hace una nota mental para intentar encontrar una respuesta cuando esté lo suficientemente desocupado.

—No pasa nada, Harry —dice tan rápido como desvía la mirada al niño una vez más para no ser descubierto husmeando en el angelical rostro del omega y los secretos que podría ocultar en su mirada convertida en bosque—. Estoy por cumplir veintiocho.

—¿Es mucho? —inquiere el cachorro cada vez inclinando su cuerpo más cerca para no perderse ni una sola onda sonora.

Louis tararea pensando en la pregunta, permitiéndose indagar más de lo necesario en ella. Él realmente cree que la edad es solo un número, y lo que importa es lo que haces a lo largo de los años, lo que dice mucho más de alguien que la cantidad de vueltas que ha dado la tierra alrededor del sol desde el día de su nacimiento.

—Sí, lo es —acaba por responder cuando se da cuenta que pasan más segundos de los necesarios donde el niño solo lo mira con la curiosidad aumentando en el fondo de sus pupilas.

—¡Wow! Yo también quiewo tener tanto.

Se permite sonreír demasiado sincero ante las palabras del niño solo porque luce tan genuino en sus palabras como solo un infante puede hacerlo, y es de las cosas que más le fascinan a Louis. Si de él dependiera, no permitiría que ese cachorro frente a él perdiera esa pizca de inocencia que le arropa hasta el último hueso.

Y está tan mal la sola idea de querer proteger a un cachorro que desconoce por completo, pero desde que entró a su auto hace poco más de treinta minutos se ha sentido conmovido por el imán que le ha empujado cada vez más cerca del niño.

—Mami —llama el niño después de desviar su mirada del alfa por primera vez desde que se dio inicio a la conversación—, pipí.

Louis ve a Harry alzar las cejas y asentir, dejando en evidencia el haber olvidado por completo la petición anterior del cachorro.

—Ya venimos —dice el omega en su dirección.

Él solo se dedica a asentir una vez a ambos para verlos levantarse de sus sillas y partir. Harry alza a Kenai a sus brazos y lo posiciona en su cadera mientras le dice cosas completamente inaudibles para Louis al mismo tiempo que se desliza entre las mesas con un andar demasiado cautivador, en su opinión.

Amateur ꩜ abo! larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora