Brooke III

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Había echado de menos muchas cosas.

A mi mejor amigo, a mi única amiga, a mi ex novio, a mi abuela e incluso a mis padres. Aunque a estos últimos mucho menos.

Lo que no había echado de menos era el tráfico. Era bastante agobiante no poder pasar entre los coches, aun llevando una bicicleta. Parecía como si hubieran metido a presión mil coches en un callejón. Lo único bueno era poder ir escuchando a Imagine Dragons mientras esperaba.

Miré aburrida la pantalla del móvil. Iba a llegar tarde. Posiblemente Karma me mataría.

De pronto vi cómo se abría un camino delante de mí. Un hueco lo suficientemente ancho como para poder pasar. Lo vi claro. Pedaleé.

Pero, a medio camino, el ruido de un claxon me detuvo. Paré entre dos coches. Una furgoneta verde y azul, a lo Scooby Doo, y el coche que me había pitado, un lujoso descapotabe.

El conductor no debía de ser mayor que yo. Un niñato que no dejaba de gritarme y hacer sonar el claxon. Yo me dispuse a bajarme de la bicicleta y, muy amablemente, enseñarle mi dedo corazón. Lo que no esperaba fue que se bajara del coche. Y que se acercara a mí como un loco. Era mucho más alto que yo. Parecía que una vaca le hubiera lamido el pelo. Y sus ojos... Sus ojos daban miedo.

—¿Me has sacado el dedo? ¿De qué coño vas? ¡Me has arañado el coche!

Sabía perfectamente que no le había arañado nada. Había dos opciones para justificar su comportamiento: era un paranoico o su vida era tan monótona que necesitaba hacer idioteces como esta para no morir de aburrimiento.

—Me gusta mostrar al mundo que las personas como tú son la razón de que tengamos de estos —respondí, alzando mis dos dedos corazón.

No tardó en acortar la distancia que nos separaba y me estampó contra la furgoneta de Scooby Doo. Escuché cómo mi bicicleta impactaba contra el suelo. Me tenía agarrada por el cuello de la camisa cuando me miró como si fuese su peor enemiga.

—¿Puedes repetirme eso que has dicho? —susurró amenazante, pero no me da ningún miedo.

—Claro que puedo, pero no creo que seas tan imbécil como para necesitarlo —respondí mordaz —. Ahora, te agradecería que apartaras tus manazas de mí.

Estaba a punto de gritarme algo cuando un ruido le detuvo. El de una puerta abriéndose y cerrándose. Un chico alto y rubio apareció a nuestro lado, con una sonrisa socarrona dibujada en la cara. Se apoyó contra la puerta trasera de la furgoneta, con la naturalidad de quien ve este tipo de cosas todos los días.

No sabría decir si fue por el calor, la situación o las hormonas, pero podría asegurar que era el chico más atractivo que había visto nunca. Del nivel de un catálogo de Abercrombie.

—¿Puedo hacer algo por vosotros? —preguntó con una voz entre ronca y dulce.

El tío con un problema de exceso de gomina me soltó y se apartó de golpe. Ambos chicos se miraron durante un rato. Al final, sin decir nada, se volvió a montar en el coche, subiendo la música al máximo. El chico rubio me observó mientras se sacaba un paquete de tabaco del pantalón vaquero, sin perder la sonrisa. Sus ojos eran entre azules y verdes, casi hipnotizantes, aunque no evitaron mi mueca al ver que sacaba un cigarro.

—¿Tienes algo que decirme? ¿"Gracias por salvarme el culo" tal vez?

—Déjame pensar —me crucé de brazos —. No, nada de eso. Lo único que puedo decirte es que fumar mata, pero eso ya lo sabes.

—Y lo que no mata, engorda. Sin embargo, ya me ves —señaló todo su cuerpo a la vez que yo ponía los ojos en blanco —. Ni estoy muerto, ni gordo.

Se encendió el cigarro y me mira expectante. Luego, su vista pasó a la bicicleta, tirada en el suelo. Por un momento, deja de sonreír de medio lado para sonreír ampliamente.

—¿Quieres que te lleve?

—No hace falta, pero gracias. Supongo.

Me recogí el pelo en una coleta alta antes de volver a montar en la bicicleta. Me despedí del chico con un movimiento de cabeza y él dejó de sonreír.

No había avanzado ni cuatro metros cuando le oí gritar.

—¡Me alegro de que hayas vuelto, Brooke! ¡Y también de haber salvado ese culo tan espectacular que tienes!

Me quedé algo impactada, pero seguí pedaleando.

¿Quién era ese tío y de qué me conocía?

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