Poco le había importado a Andrew que su hermano y compañía le hubieran abandonado tras el baile de graduación. Al principio lo comprendió.
Hasta que se despertó en una celda al día siguiente.
Llevaba puesta la misma ropa que había usado en el baile, solo que ahora estaba sucia y arrugada. También le acompañaba un chico al que no recordaba, pero al que, si hubiera conocido en otras circunstancias, habría definido como buena mercancía.
Ahí le había importado, y mucho.
¿Cómo había llegado hasta ahí?
La noche del baile, Karma y Drew se había ido a hacer a saber qué. No quería darle muchas vueltas, mucho menos después de haberles pillado.
Con Olivia y Ezra, más de lo mismo.
¿Qué podía hacer una noche solitaria de verano?
En ese momento, solo pensó en conducir. Y eso hizo. Sacó las llaves del bolsillo, se montó en el coche y condujo durante toda la noche.
Recordaba llegar a un bar de carretera, con un cartel de luces de neon. No conseguía recordar por qué, pero le pareció una buena idea entrar. Y beber.
Y ahí es donde comenzaba su laguna mental.
Recordó una sonrisa Colgate, el ruido de cristales rompiéndose, gritos (de muchos tipos) y luces azules y rojas. Nada más.
El chico le miraba desde la otra esquina de la celda, esperando una reacción o alguna palabra por su parte.
Andrew se limitó a quitarse las legañas y a estirarse. Cuando se espabiló, se sentó y le miró fijamente.
—¿Y tú eres...? —preguntó con un tono que se quedó entre lo curioso y aburrido.
—Matthew Smith —contestó socarronamente —. Pero los chicos con los que me acuesto, como tú, suelen llamarme Matt.
Le regaló una sonrisa deslumbrante. Una sonrisa Colgate.
Mierda de capítulo dedicado a T aka tattoedonmychest
Nuestro pequeño/gran proyecto se acerca.
Te quiero.
