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—¡Qué galán!— dijo Andrew al verme con el traje.

—Gracias— respondí con una sonrisa apenas perceptible.

—Está muy bien. Baja y sorpréndelos— indicó.

Asentí y fingí una sonrisa mientras descendía de la furgoneta. Caminé intentando evitar las entrevistas y me posicioné para cruzar la alfombra roja.

—Es tu turno— dijo una mujer, y accedí a caminar por la alfombra.

Sonreí y posé para las cámaras. Después de unos minutos, me retiré.

Otra mujer me llamó y me dirigí hacia ella.

—¡Camila, aquí!— oí desde mis espaldas, y no pude evitar emocionarme al mirarla.

Se veía hermosa con ese vestido negro ceñido al cuerpo y sus rizos perfectos que caían hasta la cintura. Era perfecta.

—Joven, acompáñeme— me sacó de mis pensamientos, y asentí.

La seguí; ella era la encargada de guiarme hasta mi asiento.

La mujer se adentró entre las filas de butacas, y comencé a ver las fotos y los nombres de cada persona que ocuparía un asiento allí.

Todos eran colegas, hasta que vi su nombre: Martina Hurley. Y una foto suya. Mi corazón se detuvo en ese momento. ¿Ella aquí? No puede ser.

—Aquí es su lugar, joven Shawn Mendes—  me informó la mujer. La observé y noté la distancia entre Tina y yo, con solo una butaca entre nosotros, ocupada por su mánager, Alice.

Suspiré, intentando calmar mis nervios, y asentí con una sonrisa.

—Muchas gracias— expresé mientras asentía.

Ella se despidió, y me senté en mi lugar.

Mis manos comenzaron a sudar, al igual que mi frente.

Esto no puede estar sucediendo.

¿Dónde se sentará Camila? Discretamente, comencé a buscarla con la mirada, pero no la veía en ninguna parte.

Miré a mi derecha y leí el nombre.

Maldición.

Esto no puede estar sucediendo.

—¡Shawn! tanto tiempo— dijo Alice, y cerré los ojos maldiciendo.

—¿Qué tal, Alice?— respondí.

—Mucho gusto— dijo ella. —¡Oh! Ya regreso, no me tardo.

Miré de reojo a Martina, quien estaba inquieta en su asiento.

Estaba feliz y nervioso de verla de nuevo.

—Pensé que nunca más te vería— comenté, y ella se tensó. —¿Cómo has estado?

Se quedó callada por unos segundos.

—Bien— respondió con frialdad.

—Me alegro— dije yo. —Te extraño, ¿sabes?

Finalmente me observó y me miró con una ceja alzada.

No quería admitir nada, pero su rostro reflejaba odio y desprecio.

—¿Tina?...

—No me llame así— dijo ella, y volvió a concentrarse al frente.

—Pero siempre te he llamado así— contesté.

Ella bufó y no respondió.

—En verdad... no quise irme— admití.

Las luces se apagaron y una orquesta apareció en el escenario.

desconocidos ~ Shawn mendesWhere stories live. Discover now