Todos estaban parados en una fila esperando, algunos más nerviosos que otros, pero listos para cantar.

—Me llamo Noelle, soy tu fan. Te amo. —Me abrazó y muchos gritaron apoyándola, sonreí y asentí.

—Muy bien, Noelle, es hora de que cantes para nosotros, el micrófono es tuyo.

Y cantó, Noelle era una chica bajita pero con una voz gigante. Todos nos quedamos en silencio cuando empezó. Juré que nadie se lo esperaba, eso había sido increíble. Y así fue con los otros cuatro fans que cantaron, pedí que dieran alguna red social si querían ser seguidos y resultó que algunos habían estado subiendo videos musicales, eso les dio un gran empujón en su carrera.

—¡Oh por Dios! —grité en cuanto terminaron. —¡¡Me bajo del escenario ya mismo!! ¡No merezco estar aquí luego de oír tanto talento! pero me voy a quedar, porque falta una persona muy especial. —Giré a ver a la señora que me miraba feliz y sonreí. —Les quiero presentar a la persona que me dio la vida. Ella es mi mamá. Sé que uno de sus sueños siempre fue cantar en un gran escenario y pensó que jamás lo cumpliría, agradecimiento especial a mi papá que me lo contó... y por cierto, él también está aquí, saluda, papá. —Mi padre se levantó y saludó a todos con un ondeo de mano. — Mamá, es tu turno —Le extendí el micrófono y decidí grabar el momento.

Mamá les cantó una canción mía que escribí cuando tenía diez años. Siempre fue como nuestra canción porque siempre olvidaba la letra y le cambiaba algunas palabras, al inicio pensaba que no las recordaba, luego me di cuenta que lo hacía para molestarme.

Aquel día, mamá la cantó sin ningún cambio. Lloré, estaba claro. La abracé cuando terminó y todos le aplaudieron fuerte. Ella había cumplido su sueño y yo estaba feliz de haber podido cumplirlo.

Fue un gran concierto, sabía que ni yo ni mamá lo olvidaríamos jamás.

Pero por más increíble que fuese, el final llegaba y debía despedirme para viajar al siguiente destino. Monthill nos esperaba. La gira estaba por terminar y ya sentía un poco más el cansancio. Mi madre me hizo prometer que dormiría más cuando me estaba yendo. Ojalá pudiese cumplirlo, pensé.

El show de Julien Garnier se hizo presente también, hicimos una competencia de videojuegos. Me ganaron cuatro veces y yo gané una. Me puse nervioso y fallé. ¡Toda la presión estaba sobre mí!

Así que decidí volver a cantar y dejar de jugar en público para evitar más vergüenzas. Los fans no me dejaron olvidarlo, por supuesto. Les pareció muy gracioso por meses. El cuatro a uno se volvió un chiste interno. ¡Un chiste para ellos! A mí no me daba risa.

Bueno, tal vez un poco.

Pero eso no fue lo más gracioso, lo gracioso fue ver mi cara en el siguiente concierto cuando me iba a cambiar en el camerino y Quinn Houston estaba sentada frente a mí.

—¡No puede ser! —Me reí y corrí a abrazarla, ella correspondió el abrazo riéndose también.

—Vine a saludar. Espero no incomodarte, Julien.

—Para nada —agité la mano con desdén y me senté junto a ella— ¿Cómo estás?

—¿Bromeas? —preguntó riéndose— ¿Cómo estás tú? Imagino que ya cansado.

—Bueno, sí —Me rasqué la nuca y cerré un ojo. Era un tic.

—Lo supuse, tus ojeras te delatan. —Tocó mi rostro y el tacto de su mano fría me relajó— Te traje un regalo.

—Wow, ¿en serio? Yo no tengo nada que regalarte. —Miré a mi alrededor y atiné a regalarle un jugo de uva que tenía en la mesa.

—Gracias —Sonrió recibiéndolo y me entregó una bolsa azul pequeña. —Te va a servir.

Luces, música y acciónWhere stories live. Discover now