《^ HUMAN ^》

X. INSTINTO

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Nueve de enero, pleno invierno en Corea del Sur, en la calle la temperatura llegaba a los -7°, pero en ese minuto sentí una ola de calor recorrer todo mi cuerpo. Las pulsaciones a mil por segundo, el corazón a poco de salirse de mi pecho y todo esto en reacción a la cercanía de aquel a quien siempre intenté ver como mi amigo, no había forma de ocultarlo.

‒ Sí – dije, mientras me acercaba nuevamente, pasando mis manos por su cuello para tomarlo con fuerza desde la nuca – justo ahora siento exactamente lo mismo – lo miré fijamente y sonreí al verlo sorprendido por mi actuar.

No dudó mucho antes de abrazarme y formar una sonrisa que hizo desaparecer sus ojos, ya no podía detenerme. Acerqué lentamente nuestros rostros, tratando de disfrutar cada detalle; podía sentir su corazón latiendo al compás del mío, podía sentir como su respiración se entrecortaba a medida que me acercaba, podía sentir su esencia, podía sentir como su aliento se mezclaba con el mío, podía sentir como poco a poco perdía la razón con el solo roce de sus labios, podía sentir como me perdía ante el deseo de besarlo.

Lo besé dulcemente, en una unión cargada de emoción. Era la primera vez que lo besaba aceptando mis sentimientos; él correspondió de igual forma hasta que decidí romper la unión y volver a mirarlo, pero algo en su mirada había cambiado. 

Era una mirada oscura que activo mi instinto de huida, di un paso atrás tratando de alcanzar la puerta – oh no, ni creas que me conformaré – antes de alcanzar a tomar el pomo JaeBeom me tomó por las muñecas acorralándome contra la puerta – solo déjame probarte un poco más – sentí temor de su mirada. 

Hacía un tiempo desde que no intimaba con alguien y nunca antes lo había hecho con un hombre, era extraño para mí perder el control de la situación, estaba acostumbrado a dar y no me apetecía recibir – tranquilo no te haré daño – me tomó de la nuca uniendo nuestros labios en un beso que de a poco se fue tornado más necesitado, sentí mi boca arder por la incansable succión ejercida sobre mis labios. De pronto sentí una mano colarse por debajo de mi camiseta, mientras la otra viajaba hasta mi glúteo, masajeándolo descaradamente, hasta que levantó mi muslo rodeando su cintura, a la vez que ejercía presión con su entrepierna, provocando una fricción peligrosa.

Intenté volver a tomar el control de la situación, pero no me lo permitía; como pude lo tomé del hombro y lo alejé para mirarlo – por favor, no puedo darte más, entiende – pude ver como la oscuridad que vi al principio en su mirada, ya no estaba – sé que has esperado mucho, pero no me siento preparado para llegar más lejos – bajó la mirada y se alejó de mí. Respiré profundo y salí de la habitación.

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