13. Mi alma a medias

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―Me desagrada un poco usar lo que sabemos y sé que no es lo mismo, Carter no imprimó de Cris, pero tal vez le serviría, ver que el mundo no se acaba, que la vida sigue y que... ―suspira―, que él no necesita solo proyectarse como una pareja, que es increíble si llega pero está bien ser feliz por sí mismo ―Carter era un buen ejemplo de eso. O sea, había tenido algunos ligues por aquí y por allá, pero aún no se asentaba, a sus treinta y ocho años se había enamorado de otro tipo de cosas, le apasionaba el trabajo que estaba haciendo y no tenía apuro.

―Veamos cómo se desarrollan las cosas, tampoco es que me fascine que la solución sea enviar a Rhea lejos. Tal vez esto sea solo una dependencia inicial y se vayan a ir soltando ―Jae no parecía creerme, lo cierto es que yo tampoco me creía. No tenía problema con que se quisieran, mientras estuviera dentro de lo apropiado. Pero mi hermoso esposo tenía razón, no queríamos que se volviera de tal forma que no pudieran existir sin el otro porque no sería sano, no en la situación en que estábamos.

―Voy a pedirle también a Zafiro que ordene exámenes para Min-Jun, un panel completo ―asentí, no sabíamos si le habrían puesto sus vacunas de pequeño, después de lo que habíamos visto, teníamos que cubrir todas las opciones, para asegurarnos de que estuviera bien.

―También hay que evaluar su nivel académico ―le recordé aunque sabía que eso justamente era imposible que se le olvidara.

―Me encargaré de eso, puedo conseguir los tópicos de los diferentes niveles y será mejor si le pregunta alguien conocido ―tomé la mano que sujetaba la mía y la llevé a mis labios, me gustaba besar sus dedos huesudos, sus nudillos, él respondió acomodándose y abrazándome, acurrucándose contra mi pecho.

―Vienen tiempos complicados... ―cerré los ojos y le acaricié la espalda―, menos mal que me casé con un superhéroe ―me hizo sonreír, abrí los ojos y me encontré con una de sus tantas sonrisas, la que me miraba siempre enamorado.

―Eres tú quien puede con todo, tu nos mantuviste en pie mientras yo perdía la cabeza ―él se levantó para poder alcanzar mis labios con los suyos. Su beso me supo tan hermoso como el que me dio en un pasillo de nuestro colegio, el que inició él por primera vez. Todos sus besos eran hermosos.

―No habría podido hacer nada sin ti, Arny, créeme que solo me mantuve cuerdo porque tú estabas allí ―lo cubijé en mis brazos, me di cuenta de que quería que lo protegiera de los malos recuerdos, porque confiaba en mí lo suficiente para demostrarme que estaba cansado y me necesitaba.

―Rhea está con nosotros, nadie va a llevárselo ―besé su frente y él solo se aferró con más fuerza.

No hay nada más difícil que ver sufrir a los hijos que amas y saber que no está en tus manos detener ese dolor, sino en el tiempo.

Rhea

Estoy en un lugar cálido, un lugar maravilloso donde ningún pesar del mundo puede alcanzarme. Ese lugar respira despacio, su cuerpo se mueve suavemente, indicándome que está vivo y me acompaña. No quiero salir de aquí, no quiero alejarme de su aroma o de sus brazos fuertes, mucho menos de la paz que siento estando a su lado. Afuera el mundo es demasiado frío, afuera el mundo es cruel y árido. En este lugar cálido el mundo de afuera no puede entrar, porque es así de increíble y poderoso.

Pero debo dejarlo porque escucho movimiento fuera, pies que conozco corren por el pasillo, bajan las escaleras. Miro los párpados de mi lugar cálido, cerrados, descansando por lo que parece una primera vez en mucho tiempo. Sus pestañas son oscuras y muy pobladas, su piel está pálida, sus labios ligeramente abiertos y respira muy suave. Quito la mano de su espalda para acariciarle el cabello despacio y despertarlo, parpadea, confuso primero y cuando sus ojos se acostumbran a la luz me mira y me regala una sonrisa, me hace sentir bien que sonría al verme, me provoca hacer lo mismo.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now