(58) † CAPÍTULO FINAL †

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—Él va a estar bien, Kaia. —Mentí porque no tenía idea. Heist tenía que estar bien, ¿cuántas personas podíamos perder? Esto ya era demasiado.

—No... puedo perder a nadie más, Leigh, —Kaia enterró su cara en mi hombro, —mi hermana, mamá... no puedo.

—Lo sé, lo sé y no vas a perder a nadie más, él... —mi voz falló un poco al pensar en la sonrisa burlona de Heist. —No es tan fácil deshacerse de Heist Stein, él... va a estar bien.

Logré calmar a Kaia y luego vinieron unas declaraciones rápidas a la policía antes de que los dejarán ir al hospital. Valter no quería llevarse a Frey o a Kaia con él al hospital porque ambos estaban muy inestables así que sin pensarlo les ofrecí mi casa porque la suya estaba llena de sangre y de policías. Valter me agradeció antes irse al hospital. Tía Lilia me dio una mirada de desaprobación cuando me vio llegar con Kaia y Frey a la casa, pero no dijo nada.

Dejé a los chicos Stein en la sala y me fui a prepararles un té. Cuando volví, Kaia estaba sentada y Frey estaba acostado a lo largo del mueble con su cabeza sobre el regazo de su hermana. Kaia ya se había calmado, pero aún se podía ver la angustia y el miedo en su expresión. La necesidad de no hacerlos sentir peor me motivaba a mantenerme calmada, aunque mi mente me atormentaba con imágenes de Heist en esa camilla, de la sangre. No, no podía pensar en eso. Puse el té sobre la mesa frente al mueble y le pasé una taza a Kaia. Sus manos temblaban cuando la recibió.

—Gracias.

—Tranquila. —Respondí. Mis ojos bajaron a Frey y su mirada parecía perdida en el florero sobre la mesa. Me senté del otro lado en el sofá individual.

—Diecisiete. —La voz de Frey irrumpió el silencio.

—¿Diecisiete? —Pregunté, observándolo, sus ojos seguían sobre el florero.

—Mi padre llamó a Heist por su nombre diecisiete veces, y él no respondió.

Oh.

Kaia acarició el cabello de su hermano con gentileza.

—Él va a estar bien, Frey.

Frey se levantó de golpe, haciendo que Kaia derramara el té sobre si misma y siseara en dolor.

—¡No me mientas! ¡No soy un idiota! —el grito de Frey hizo eco por toda la sala. Intenté acercarme a Kaia para ayudarle, pero Frey se atravesó en mi camino y me agarró de la parte frontal de mi pijama, —¡Aléjate!

—Frey. —Kaia apareció a nuestro lado y cogió el brazo de su hermano para que me soltara sin éxito, —Frey.

—Está bien, está bien, —repetí con suavidad y puse mi mano sobre la que él tenía enroscada en mi ropa, —no eres un idiota, Frey.

Levanté la mirada y la suya estaba sobre el suelo. Él me empujó y me pasó por un lado para ir a la cocina y salir por la puerta trasera. Me preocupé al instante y quise seguirlo, pero Kaia sacudió su cabeza.

—Necesita estar solo. —Ella hizo el gesto a la ventana que daba al jardín, Frey estaba ahí de pie sin hacer nada más, o irse a otro lado. Fui por unos paños y se los traje a Kaia para que se limpiara el té.

—¿Estás bien?

—No lo sé.

—Siento mucho lo de tu madre. —Susurré.

—Lo sé, Rhett nos leyó tu carta. Gracias por darnos sus últimas palabras.

—Fue un honor.

Nos quedamos en silencio por lo que pareció ser una eternidad, pero en realidad fue una hora. Me mordisqueé las uñas, me pasé las manos por la cara y suspiré, no tenía ni idea de que como íbamos a sobrevivir a esta angustia. El teléfono de Kaia sobre la mesa sonó y dejé de respirar. Ambas observamos la pantalla para ver que se 'Papá V' estaba llamando.  Kaia no dudo en contestar y yo observé su expresión con cuidado mientras ella escuchaba lo que su padre tenía que decir. Los ojos de Kaia se llenaron de lagrimas y se me hundió el pecho.

Heist [Darks #1] [En librerías] ✔️Where stories live. Discover now