the perks of being a wallflower

5K 838 774
                                    

La hora era 19:14, apenas unos seis minutos más tarde desde la última vez que Namjoon había consultado el reloj en la pared de la sala, incluso si para él había pasado mucho más. Todavía le quedaban más de cuarenta minutos de las dos horas de clase particular que Choi Yeonjun había pagado, una idea bastante desalentadora. No era que Namjoon no disfrutara de la compañía del más joven, incluso hasta disfrutaba ayudarlo con su tarea de filosofía; el problema era que había hecho planes con Jungkook y no podía esperar más. Con cada segundo que pasaba su ansiedad aumentaba. Namjoon nunca había sido una persona impaciente pero ahí estaba, contando uno a uno los minutos que faltaban para verlo.

¿Sería, tal vez, porque el plan esa noche era ver una película... juntos?

—Me voy a morir —murmuró, negando con la cabeza.

—¿Tan mal está? —preguntó Yeonjun, preocupado—. Ya sé que no soy el próximo Kim Jaegwon pero-

De repente, Namjoon recordó lo que estaba haciendo justo antes de distraerse pensando en los planes que tenía para esa noche: revisando la tarea de filosofía de Yeonjun.

—No, no, no hablaba de tu tarea, Yeonjun —aseguró, sintiéndose culpable por la situación—. Me acordé de otra cosa, lo siento. Déjame revisarlo de nuevo.

Yeonjun suspiró, posiblemente aliviado luego de comprobar que su reflexión no estaba tan mal hecha como para estupidizar al tutor. Namjoon entonces comprendió que debía concentrarse y poner toda su atención en la clase si quería ayudar al chico, que para algo lo había llamado. Fue un tanto difícil pero con mucho esfuerzo Namjoon al fin logró apartar a cierto Jeon Jungkook de su mente, siendo capaz de enfocarse lo suficiente como para finalizar las dos horas sin mayores distracciones. Claro que lo primero que hizo al dar las ocho en punto, con un pie todavía dentro de la casa de Choi Yeonjun, fue llamar al causante de todos sus problemas. 

—Wow, Kim Namjoon —pronunció Jungkook a modo de saludo—, qué escalofriante. Te juro que estaba a punto de llamarte, pero lo hiciste tú primero.

—Te leí la mente —respondió Namjoon en tono burlón, agradeciendo que Jungkook fuera igual de clingy que él—. Ya terminé aquí, estoy yendo para allá.

—Oh, genial. Yo estoy volviendo, acabo de comprar nuestra cena.

—¿Con qué me deleitarás esta noche? —preguntó él mientras se acomodaba los auriculares para poder hablar mientras pedaleaba hasta el dormitorio del menor.

—Pizza hawaiana. Te gustaba esa, ¿verdad?

—¡Me encanta!

—Oh, menos mal —dijo Jungkook, riendo aliviado—. La pizza con piña es de extremos, igual que la menta granizada y... bueno, no quería que te comieras tu propia pierna para evitar comer la pizza.

Namjoon se rió por el chiste tonto del menor, tratando de concentrarse solamente en eso y no en el hecho de que Jungkook recordara esos pequeños detalles porque no quería ponerse cursi tan temprano. ¿Pero cómo no enternecerse si el chico prestaba atención a todo lo que le decía? Cualquier comentario que él hiciera al pasar, Jungkook siempre, sin excepción, lo recordaba sin problemas. Antes de ponerse emotional por eso (o por cualquier cosa, porque todo lo que hacía Jeon Jungkook era motivo de sobra), cambió de tema hasta despejarse; luego de unos minutos de charla ligera sobre cualquier cosa, Namjoon llegó al campus. El menor ya le había indicado cómo llegar a su dormitorio, por lo que no tardó mucho en encontrarlo. Una vez allí, Jungkook lo recibió en la entrada del edificio.

—Kim Namjoon —canturreó el chico ni bien estuvieron parados uno frente al otro, presumiendo esa bonita sonrisa de conejo—. Llegaste rápido.

Bye, Stranger (nj)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora