love actually

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Por segunda vez en la semana Namjoon se había quedado dormido, lo cual no sería tan malo si no fuera apenas martes. Su alarma había sonado y él, muerto de sueño tras desvelarse viendo películas con Jungkook, la apagó y siguió durmiendo hasta que, milagrosamente, el mismísimo Jeon Jungkook lo llamó para desearle buen día y logró despertarlo. Aunque intentó vestirse y desayunar a la velocidad de la luz, sabía que de todas formas no llegaría a tiempo a su clase. Y si bien llegar tarde a una clase no era algo que le quitara el sueño, siendo recién martes durante la tercera semana no podía evitar el sentirse un poco culpable al respecto.

Una vez que guardó los auriculares y algo de dinero en su mochila, tomó una chaqueta que ni siquiera sabía a ciencia cierta si era suya o de alguno de sus compañeros y se precipitó hasta la puerta, todavía abotonándose la camisa y con una tostada a medio comer en la boca, haciendo un movimiento muy poco agraciado y elegante para calzarse las zapatillas que aguardaban en la entrada. En ese preciso instante de tal vulnerabilidad, con toda la prisa y el rush de adrenalina a mil, abrió la puerta como pudo y lo único que atinó a hacer al toparse con alguien parado justo en frente suyo en medio del pasillo fue soltar todo lo que tenía en las manos y reprimir un grito de sorpresa, dejando caer la tostada a sus pies semi-calzados.

—¡Dios, casi me matas del susto! —exclamó, llevándose una mano al pecho—. ¿Qué demonios haces ahí parado?

Sin aguardar la respuesta de Jungkook, se agachó para juntar sus cosas y, de paso, aprovechar para atarse los cordones de las vans. Tardó menos de tres segundos en darse cuenta de que el chico no parecía tener intención de responderle, tampoco se agachó para ayudarlo a recoger lo que había tirado y... no estaba haciendo ni diciendo nada, realmente. Justo cuando un aturdido Namjoon pensaba en levantar la vista, Jungkook se aclaró la garganta para llamar su atención. Sin poder contener la sonrisa (porque supo de inmediato que el menor tramaba algo y no podía ser nada bueno), miró hacia arriba y se encontró con que el menor lo miraba entre divertido y ansioso. Recuperando el abrigo y con los zapatos bien puestos, Namjoon se incorporó.

—¿Qué pasa? —le preguntó—. No sé si te diste cuenta, pero estoy saliendo tarde.

Una vez más, Jungkook nada más se aclaró la garganta como única respuesta.

—¿No me vas a hablar? —preguntó Namjoon entonces, risueño, a lo que el menor negó con la cabeza—. ¿Viniste a mirarme nada más?

Jungkook parecía estar reprimiendo la sonrisa con todas sus fuerzas, lo único que lo delataba era el pequeño hoyuelo que se formaba en su mejilla. Antes de que Namjoon tuviera tiempo de hacer otra pregunta, el chico respiró profundamente y sacó de su mochila unos... ¿carteles?

—¿"Di que son cantantes de villancicos"? —leyó en voz alta del primero, entendiendo enseguida lo que Jungkook tramaba—. Primero, estoy solo. Segundo, es marzo, ¿por qué habría cantantes de villancicos en la universidad?

—Hyung... —susurró Jungkook en tono suplicante—. ¿Podrías seguirme la corriente, por favor?

—Ok, ok, lo siento —aceptó él, resignándose a llegar más que tarde a clase (porque el daño ya estaba hecho y, honestamente, tener un momento de película con Jungkook sonaba mejor que la clase de lengua jurídica)—. Uh, Jooheon, hay cantantes de villancicos en la puerta.

Jungkook, complacido, pronunció sin emitir sonido un simple "gracias" y procedió a enseñarle el resto de los carteles.

Con mucha suerte, dentro de un año estaremos así, decía el segundo cartel. El tercero, el "así" del que ese hablaba, era una foto de Seokjin y Hoseok durmiendo juntos, abrazados. Namjoon miró a Jungkook con una ceja alzada, pero el menor no se inmutó ni ofreció una explicación por aquella imagen, sino que siguió pasando los carteles como si nada.

Bye, Stranger (nj)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora