Capítulo Treinta y Uno: Fierecilla

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Maratón 1/3

¡Vamos Dakota! ¡Ven aquí!

Esos son los gritos de Bryce llamándome desde la casita del árbol cuando ve que estoy cerca. No se porque pero me dejó muchos mensajes de texto pidiéndome ¡No! Perdón. ¡Exigiendome! Que nos encontremos en nuestra guarida lo más pronto que sea posible.

—¿Que sucede Bryce? Estaba por ir de compras con mi madre—le contesto subiendo las escaleras llegando al inicio de la puerta. Él la abre y se hace a un lado dejándome pasar.

—Sucedió algo raro en la escuela hoy. Necesito tu ayuda—dice mientras se mueve de un lado para otro.

—¿Tiene que ver con Camille?—enarco una de mis cejas ante la pregunta que le hago aunque ya se la respuesta.

Camille. Camille. Camille. Esa estúpida niña no deja de merodear a Bryce. Parece una abeja alrededor de la miel, siempre está picando y picando con Bryce, aprovechando cualquier momento para llamar su atención.

Solo tenemos 15 años y la señorita habla del sexo como si estuviera hablando de un nuevo sabor de pizza.

Bryce resopla en respuesta.

—¡Eres mi salvación fierecilla! ¡Ya no la aguanto! Por favor Dakota, por favor por favor por favor ¡Haré lo que sea! Pero ayúdame a alejarla de mi.

¿Qué podría ganar yo con esto? Quizá tener de esclavo a Bryce, humillar a Camille porque nunca me ha caído bien y alejarla para siempre de nosotros, quedarme con el videojuego favorito de Bryce, quitarle su playera favorita que también es mi favorita... Tengo mucho que ganar así que... ¡Nada puede salir mal! Si mis planes son los mejores.

—Bien. Tu ganas, te ayudaré.

Bryce ahoga una exclamación de victoria y me extiende la mano para sellar el trato.

—Te advierto que este trato te saldrá muy caro, obtendré todo lo que te pida y tu no puedes negarte ¿Me oyes? De tu boca no podrá salir un "no" como respuesta.

Bryce rueda los ojos haciéndose el empollón conmigo.

—Si claro Dakotaaaaa... como tu digas—me parece que eso sonó a sarcasmo.

—Y por crédito de adelanto me llevaré esto—voy hacia la estantería y alcanzo a tomar "Driven's quick". El tesoro que más cuida Bryce. Su videojuego favorito.

—¿Qué? Nooo ¡Dakota! Eso no debería ser legal en la ley de mejores amigos. ¿Por qué te lo llevas? Ni siquiera juegas videojuegos, los odias.

¿Dijo "no"?

—¿Qué dijiste? ¿Serías tan amable de repetir lo que acabas de decir? Porque me parece que oí un "Me vale madres el problema de Camille. Que siga atosigandome todo el rato que quiera"

—Joder fierecilla me tienes ahorcado literalmente. ¡No dije nada! ¿Si? Puedes llevarte el videojuego y por favor ¡Cuidalo con tu vida!

—¿Es broma? Y yo que pensaba pintarle algunos dibujos de penes con plumón indeleble ya sabes... esos que aparecen en las calles en rincones solitarios o en los baños públicos.

—¡Venga fierecilla! No me jodas con eso—dice en tono de reproche.

Molestarlo es uno de mis tantos placeres de adolescente...

'Fierecilla' ¿Notaron que me llamó así verdad?

Bryce dijo que ese apodo es perfecto para mi pues siempre tengo las garras afiladas, los dientes listos para morder y las palabras adecuadas para atacar si es necesario.

La mala de la novela©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora