Unilateral ┊STEVELMEYER

II

Incomodidad, eso era lo que sentía. Su mandíbula se había tensado, y su cuerpo temblaba un poco, ahí tendría que encontrarse con ella, con Karen. Con quién había terminado por ser gay y ella no quería volver a verlo por un tiempo.

El había insistido en seguir siendo amigos, pero ella no quería. Aparentemente aún no creía que su Larry se había enamorado de su compañero de cuarto.

Avanzó rápidamente, sin mirar a chica de cuerpo regordete, y pasando de largo.

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Las clases habían terminado, Larry caminaba hacia su hogar. Había decidido esperar a Steve, pero como este no había llegado en 30 minutos, decidió irse. Hoy tenía día libre.

Small, por su parte había salido antes y había aprovechado de pasar por tiendas naturistas y veganas para llevar productos a su hogar. Su sorpresa fue al pasar por un callejón y escuchar un ruido al final de este.

Escuchaba hipidos y sonidos de llanto. Solo había una caja y no sé veía que había dentro. Pensó que era un gato, pero descargó la idea, el llanto era demasiado humano.

Se asomó un poco.

—¿Hola...? ¿Hay alguien aquí?

Su mirada se oscureció al ver a un niño dentro de la caja. Se acercó un poco, dejando las bolsas en el suelo.

—¿Hola...?  Oh no, ¿E-Estás bien? ¿Perdiste a tus padres?— y acercó su mano al niño castaño, este comenzó a temblar y a estremecerse. Tenía la cara cubierta con las mangas de un gran suéter que tenía.

Su ropa eran harapos viejos, y mal cocidos.

Era obvio que tenía miedo de Steve.

Acercó más su mano.

—Oye...

El niño comenzó a temblar más y se cubrió más la cara, dejando sus pequeñas manos en su cabeza.

—Uhm... O-Oye, realmente podrías agarrar un resfriado feo ahí... Solo... Quiero ayudarte.— lo miró con ternura, a pesar de que el niño no pudiera verlo. —No te lastimaré, lo prometo.—

Se quedó allí, esperando.

—Tómate tu tiempo. No me moveré de aquí. Solo quiero llevarte a un lugar cálido y seguro, ¿Está bien?

El niño salió de la caja, y Steve pudo verlo con más claridad. Estaba paralizado viendo al menor. Sentía cómo sus ojos se humedecían.

El niño de pelo castaño, de piel pálida y de un solo ojo (ya que el otro era una cuenca vacía), tenía su nariz sangrando, y su ropa y el en general estaban todos sucios.

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Habían llegado al hogar, Steve dejó las bolsas en la entrada y llevó al niño al comedor, yendo al baño a buscar el botiquín. Bajó y lo abrió.

—Vamos a desinfectar las heridas y limpiarte, ¿Bien?— el niño asintió, tímido. El hogar era cálido, y el hombre era amable, aunque habían varios hombres que habían Sido amables con el solo para tocarlo. —¿Cual es tu nombre, pequeño?— lo sacó de sus pensamientos.

—M-Mi nombre es Rob...— murmuró, pero Steve había Sido capaz de oírlo.

—Bonito nombre, Rob.— dijo con una sonrisa, mientras limpiaba la sangre del rostro del niño con un pequeño algodón humedecido en agua tibia. Ordenó un poco el cabello de este, y sonrió.

—¿U-Usted no va a hacerme nada?

—¿Qué?

—Hay personas que son amables conmigo, pero solo lo hacen para hacerme cosas feas.— los ojos de Steve se humedecieron nuevamente, lo abrazó con fuerza.

—No voy a hacerte nada, pequeño.— y se separó.

—Steve, ¿¡Qué mierda!? ¿¡Quién es este niño!?— se escuchó la histérica voz de Larry, quién venía despertando recién.