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—Así que al final si fue capaz de ir por él, y salvarlo.

Hablaba sentado desde su silla al mando en una solitaria oficina con una copa en la mano, un despreocupado y risueño YiFan, pensando en que aquella obsesión que tenia su pequeño hermano por el mestizo omega de nombre Oh SeHun, no era una idea tan errónea después de todo.

Y es que, él mismo pudo comprobar en aquellos días el porqué.

Cuando diviso a aquel joven de piel pálida y cabellos castaños correr, agachar su cabeza y ser alguien jodidamente salvaje al momento de atacar, había quedado también prendado de su esencia, de su belleza y del fuerte olor de feromonas que este en aquellos días solía desprender, e incluso pudo notar como el jefe de aquella sociedad de omegas baratos y simples que quedaba al centro de ambos territorios en donde dominaba JongIn junto con él, lo había quedado mirando intrigado, tratando de ocultarle a aquel divino ser que había removido su sangre sometedora.

Aun recuerda la expresión de JunMyeon al momento de encuentro, en donde ambos follaban de aquella forma agresiva y avasalladora, en donde aquel pequeño chico juraba que él se encontraba perdidamente enamorado de él, sólo por prometerle un mundo de color rosa. Que grave error, ya que, desde que había visto a SeHun, su apetito sexual no era llenado lo suficiente, ni siquiera con la cantidad de amantes de las cuales se había comenzado a hacer.

Su mirada estaba fija en aquel hombre, que había comenzado a ir a las tierras de su hermano sólo para poder encontrarlo, sólo para sentir aquel erótico aroma que destellaba aquel omega, estaba hipnotizado, pero, algo había afectado su rumbo, debido a que un día que había ido a visitar a JongIn, pudo notar como SeHun, quien había estado en la oficina de su hermano, salía de esta con el olor de este impregnado en su cuerpo.

Mierda.

Siempre maldijo aquel momento, y es que ¿hasta en aquello su hermano debía poseer todo?

No era algo simple como el hecho de que aquel omega lo hubiese reconocido o visto bien las pocas veces que él había ido a ver a su jodido hermano, pero, no obstante ¿Cómo pudo el maldito de JongIn fijarse en el mismo omega para poder divertirse que él?

¿O acaso, él se equivocaba?

SeHun para su hermano no solamente era diversión...

No claro que no, y por ello debía frenar aquel maldito y repugnante amor. Porque también sabia que aquel omega tenia sentimientos a aquel miserable de Kim JongIn.

Y si era así podría salir de aquellos dos algo que él aun no ha tenido la oportunidad de tener.

Un hijo.

Con aquello en su cabeza, tiró el cigarro que había estado fumando, para borrar la sonrisa que había estado teniendo en su rostro, como si de un muñeco se tratase. Toco el botón en el comunicador que lo guiaba hasta su secretaria para poder pedirle a esta que mandara a llamar a alguien que seria uno de los puntos claves en este querido juego de ajedrez en donde el premio sería: El obtener la cabeza de su hermano y al salvaje y hermoso omega mezcla de una cualquiera junto a alguien de influencia, o simplemente la muerte de ambos.

Él no perdería esta vez, y si creían todos que su pequeño hermano JongIn era alguien despiadado, estaban totalmente equivocados porque, él era peor, y ya lo había demostrado queriendo acabar con toda la sociedad que involucraba a uno de sus amantes, y también a su mayor tentación.

Ahí al fin todos los que creyeron que él era alguien amable, alguien de segundas oportunidades, podrían ver su verdadera faceta.

Podrían ver la forma natural que YiFan tenía.

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