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—Señor, hay una llamada del Consejo.

JongIn abrió los ojos, y asintió con cansancio. Miró a través de la ventana y observó que estaban cerca de su residencia, sólo quería refugiarse en su dormitorio. Esa noche quería vaciar su mente y olvidarlo todo, tener unas horas de descanso en las que poder centrarse y no permitir que su corazón rugiera cada minuto del maldito día.

—¿Señor, quiere que les diga que no está disponible en este momento?

—No —le interrumpió. Por mucho que le tentara el no responder la llamada, tenía que hacerlo. —Puede ser algo importante para que deban interrumpir mi hora de descanso.

Desde el otro lado de la línea se escuchó un carraspeo antes de que le relataran el motivo de la llamada.

Con cada palabra dicha a través de la línea. su rostro se tornó gélido, enfurecido. Perder una sociedad de omegas era un golpe duro, lo sabía, pero lo que le asustaba no era aquello por más que hubiesen alfas influyentes acoplados con aquellos que habían muerto. Sino que quizás SeHun estuviese ahí, en aquella exploción.

Tenía que saberlo.

—¿Hay sobrevivientes? —le preguntó al hombre que le llamó para informarle lo sucedido esa noche.

—Si, uno.

—¿Quién?

Otro carraspeó ante el tono gélido de la voz de JongIn. Se estaba poniendo cada vez más nervioso ante el interrogatorio que le estaba haciendo al Consejero, y es que, no era para menos. Se supone que ningún alfa y mucho menos con su rango se preocuparía tanto por un sobreviviente de ese tipo, de esa especie de omegas ordinarios, de escasos recursos, a no ser que tuvieran formado un vínculo, a menos de que este le hubiese dado un heredero o algo así.

—No lo sabemos, no ha sido identificado, La prueba de ADN ha dado un resultado inconcluso.

—¿Acaso no le han preguntado quién es? —¿Sólo había sobrevivido uno? ¿Podía ser SeHun o el destino era tan cruel y se lo había arrebatado? Apretó con fuerza el teléfono a punto de romperlo y entrecerró los ojos. Necesitaba saber si era él, si podría seguir sintiendo como su corazón latía contra su pecho o aquella noche había perdido la fuerza para continuar bombeando. SeHun era su veneno, su obsesión, su refugio. Su todo, si lo perdiese...

Se volvería loco. No le importaría nada, viviría una vida vacía en la que destruiría sin piedad a quien le arrebato a SU salvaje omega, se aseguraría de arruinarle la existencia a sus enemigos antes de partir a lo que le deparara la muerte.

Era egoísta. Siempre lo fue, y con SeHun no había término medio. Era suyo, para marcar, para romper, para acaparar, para devorar, para vengar si lo había perdido.

Después de todo, los empresarios en aquel mundo vivían intensamente para morir jóvenes.

Sonrió con amargura, mostrando evidente odio en su mirada. Moriría, pero se llevaría por delante a todos sus enemigos.

—Esta inconsciente señor JongIn,

—¿A dónde lo han llevado?

—¿Por qué tantas preguntas acerca de...?

—Repito, ¿A dónde lo han llevado? —le interrumpió alzando la voz, plasmando el odio que sentía hacia el mundo en esos momentos con cada palabra.

Tao tembló y miró hacia delante al verle así, no podía comprender la pérdida de control que estaba experimentando su señor, y todo por un ataque hacia una sociedad de omegas ordinarios, cuando había una sociedad de estos a su altura.

—Señor, eso no se lo puedo decir, corresponde a JunMyeon hacerse cargo en particular de la sociedad de omegas ordinarios y...

el teléfono crujió bajo el agarre de sus manos.

—¡O me lo dices ahora mismo o juró que destrozaré a cada uno de tu puta familia!

Tao se giró y le miró, sorprendido ¿JongIn acababa de amenazar al Consejero? ¿Y todo por un omega sin estatus?

—Pero señor, no puedo...

—Si crees que por estar al otro lado de la línea no daré contigo, estas muy equivocado. No olvido una voz, y cuando te encuentre acabaré con tu familia por delante de ti, haré que mis hombres jueguen con tu mujer antes de...

—¡No, por favor! Se lo diré.

JongIn sonrió. La familia era una debilidad, siempre lo sería, una moneda de cambio peligrosa.

—Excelente ¿A dónde lo han llevado?

—Al... al complejo del Sur.

¿Al complejo del Sur? Ese lugar era un estercolero en el que se llevaba los despojos de la sociedad, antes de rematarlos. Era un matadero en el que se repartía justicia rápida y letal. Si eras condenado a muerte ahí mismo te ejecutaban, quemando tu cuerpo después y esparciendo tus cenizas.

Iban a silenciarlo todo, el ataque, las muertes, todo. Era lo que habría hecho él mismo, pero no lo iba a permitir, tenía que conseguir capturar a ese omega y averiguar si SeHun seguía vivo. Si no era así, él mismo le rompería el cuello al sobreviviente pues no le serviría de nada.

—Señor, ya he cumplido con mi parte, por favor no ataque a mi...

JongIn cortó la llamada y se encontró con la mirada preocupada de Tao.

—Conduce hasta el complejo Sur.

—Señor, ¿es consciente que se expondrá si va por aquel sobreviviente, más si lo salva?

—¿Hace falta que repita mi orden? —respondió JongIn a su vez echándose hacia atrás en el asiento, rompiendo del todo el teléfono al lanzarlo contra el suelo del coche—. Cada segundo cuenta. —Cada segundo era una tortura. Tenía que saber si SeHun seguía con vida, si el destino había sido piadoso con un monstruo como él.

Tao negó con la cabeza sin dejar de observarle con atención queriendo averiguar qué había sucedido esa noche para que se comportara de esa manera. JongIn nunca perdía el control. Nunca mostraba signos de que estaba cerca de quebrarse por dentro. Y para su sorpresa, este estaba rígido, con el cuerpo a un paso de comenzar a temblar, la mirada obscurecida por el odio.

—No señor, ahora mismo le llevo al complejo Sur —aceptó finalmente, sin atreverse a comentarle en alto lo que estaba pensando en esos momentos. Su jefe estaba cometiendo un error al inmiscuirse con un omega, uno sin clase y quizás muerto y ello no era bueno, pero no podía interferir, le debía la vida a su jefe.

En cuanto YiFan se enterará que JongIn se había interesado en uno de los integrantes de la sociedad de omegas ordinarios que el había mandado a matar se lo iba a hacer pagar muy caro. JongIn se había sentenciado esa noche, y todo por un hombre.

Se dio la vuelta y encendió el coche, cambiando el rumbo, dirigiéndose velozmente hacia las afueras de la ciudad en donde estaba ubicado el recinto conocido como complejo Sur, el último escalón para muchos que fueron allí sentenciados a muerte.

<<Que irónico conducir hacia un matadero para que esta acción se convirtiera en la excusa perfecta para que su hermanastro tuviera motivo para quitar a JongIn de su puesto y matarlo>> Pensó Tao apretando los labios, reprimiendo las ganas de advertir a su jefe que estaba cometiendo un error, que nada ni nadie valía la pena para que el fuera a su propio enfrentamiento, en donde quizás hallaría más que a un pobre omega.

MÍOWhere stories live. Discover now