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—¡Hazlo! —no se cortó SeHun, mirándole con rabia. ¿Ahora era él el culpable de todo, cuando la única verdad era que su vida se fue a la mierda desde que lo conoció?

JongIn, respiró hondo y gruñó, con el cuerpo tenso y el corazón bombeando con fuerza contra el pecho —¿Follarte? Esta noche...

—¡No! Estrangularme. ¡Hazlo! Ahora mismo. Estoy hasta los cojones de esta situación, de ser tu marioneta. Soy libre, y lucharé por mi libertad, aunque tenga que abrazar la muerte para conseguirla—«Aunque antes voy a destruir a quien ordenó matar a mi familia».

—Tu libertad terminó cuando decidí que eras mío, SeHun. Acéptalo de una vez. Tu cuerpo me demuestra que lo has hecho, y me importa una mierda que estés teniendo dificultades en hacerte a la idea. Si ya antes eras mío, ahora súmale que me debes la vida. Te saqué de ese infierno en el que estabas a punto de morir...

No iba a reconocer que él ya sabía lo que había sucedido, primero quería tantear para ver qué recordaba de esa noche.

SeHun apretó los dientes con fuerza. «Cabrón. Hijo de puta. Tendría que matarte para librarme de ti. Pero lo añorarías, SeHun, lo sabes». Y era cierto, lamentándolo mucho, era cierto. Esos días que ignoró sus mensajes para quedar a follar ni siquiera podía descansar, anhelando volver a estar con él. Poder sentir sus besos, sus caricias, cómo lo estiraba duramente y le golpeaba con su gran miembro en ese lugar que solo JongIn, podía alcanzar.

—¡Nunca! Nunca lo voy a aceptar tenlo por seguro, vas a tener que matarme.

JongIn, se tensó de la rabia. Odiaba con toda su alma cuando el maldito omega se cerraba en andar de esa manera. Era absurdo, porque claramente ya era de su propiedad, pero era como un animal testarudo que no dejaba de morder la mano que le daba de comer. Sonrió internamente al imaginarlo de rodillas ante él, con un collar de perro en el cuello y los ojos vendados con una suave tela negra. Lo acercaría a él, tirando de la correa, obligándole a avanzar por el suelo hasta que se posicionara entre sus piernas, y ahí... Le ordenaría que lo acogiera con la boca, que lo chupara hasta que lo llevara al orgasmo o le castigaría, dejándole marcas por el cuerpo con una correa de cuero. Regresó al presente al volver a escuchar la voz de SeHun, gruñéndole y diciéndole que se quitara de encima. Esbozando una sonrisa confiada, sabiendo que así lo iba a cabrear más, se movió hacia delante, rozándole con su cuerpo la saciada polla de SeHun

. —Así que voy a tener que matarte, hummm — gruñó con ganas de dejarse llevar por su parte animal, por esa voz que le gritaba una y otra vez que dejara de jugar con el hombre que tenía debajo de él y tomara lo que era suyo, por derecho.

SeHun, se tensó y apretó los dientes al punto de morderse la lengua para ahogar los gemidos de placer al sentir como se estaba moviendo sobre él, incitándole con esos lentos y secos movimientos.

—Cumpliré tu petición, te mataré... a polvos y a mamadas. Voy a follarte hasta que pierdas el control sobre tu cuerpo y aceptes de una puta vez que tu futuro está ligado al mío.

¡Nunca! No podía aceptarlo, no.... porque iba a perderse. Iba a dejar de ser él, perdiendo la libertad que por tanto tiempo los de su clase lucharon por alcanzar. No iba a ser el juguete o la mascota de nadie, la única manera que tenía JongIn, de mantenerle a su lado era convertirlo en su pareja, en su igual. Enseñarle que podía entregarle el corazón sin esperar a ser traicionado, que estarían en iguales condiciones dentro de la relación. Si no..., encontraría el modo de escapar. Si no hoy, mañana, u otro día. Se largaría lejos sin mirar atrás, con el único propósito en mente de acabar con quien ordenó asesinar a su familia como a la mayoría de su sociedad. Sus muertes no podían quedar impunes.

—Mírame SeHun. —

Abrió los ojos y lo hizo, se quedó paralizado ante esos oscuros ojos que lo devoraban sin piedad—. Dime que no extrañaste esto, que no deseabas volver a sentirme en tu interior, que no soñabas conmigo. —No hizo falta que le respondiera, con cada palabra el omega se ponía más y más rojo hasta acabar girando la cabeza, rompiendo la conexión entre sus miradas —. Por una vez en tu vida se coherente. Acepta lo que tu cuerpo te susurra. —Se agachó y le lamió el cuello, a la altura de la yugular para luego morderle hasta sacarle sangre, consiguiendo que su amante gritara y se tensara bajo él. Abandonó el cuello tras lamer la herida y gruñir al probar el dulce sabor de su sangre, murmurándole al oído con voz enronquecida—. Mío.

SeHun, cerró los ojos avergonzado por ser tan débil, por permitir que la lujuria gobernara de esa manera su vida, por ser un trozo de barro moldeable a manos de ese hombre.

Se hundió.

Mucho más en la mierda, incapaz de tener un momento de paz en su mente.

Siendo esclavizado por los deseos de su cuerpo, incapaz de negar la manera en que respondía al empresario.

Era vergonzoso, su mayor debilidad, su condena hasta que la muerte lo reclamará.

JongIn, era el dueño de su cuerpo. Y en el momento en que le sintió como le giró la cara y devoró sus labios... Por mucho que le jodiera, también era el dueño de su corazón.

De su alma.

MÍOWhere stories live. Discover now