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Sólo un soldado quedo vivo y malherido, avanzando a penas, dejando un gran charco de sangre en lo que avanzaba a duras penas.

Asegúrate de que este llegue con vida para ser interrogado por mis demás hombres. Qué luego se deshagan de él y olviden lo que descubran, tras informarme.

YiFan atacará cuando se entere de que sus marionetas están muertas, no se lo pondremos fácil, así que, que sean muy minuciosos limpiando esta pocilga.

Tao asintió al tiempo en que sacaba su teléfono celular, comenzando a marcar el numero de quienes se encargaban de limpiar aquellos tipos de "accidentes" como en este caso en especial. En esos momentos suponía que ya habrían acabado de asegurar la casa en la que murió la ex amante de JongIn, así que no tardarían en acudir al complejo para limpiar todo rastro de la presencia de ellos dos esa noche.

Les envió un mensaje cifrado con las coordenadas y la orden, la limpieza de los cadáveres y la destrucción del lugar.

Estuvo observando la pantalla del celular unos segundos antes de recibir el mensaje que le confirmaba que iban de camino hacia ahí, y que han recibido las órdenes sin problemas.

—Estarán aquí dentro de unos minutos —confirmó en voz alta.

JongIn sonrió satisfecho de la eficacia de sus hombres, había elegido bien, tenia a los mejores y bien valían los sueldos gigantescos que él les pagaba a todos ellos.

Perfecto. Voy a revisar las habitaciones en busca del omega sobreviviente. —Acortó comenzando a revisar puerta por puerta las salas del complejo, atravesando la primera con los instintos alertas por si había quedado algún enemigo rezagado dispuesto a acabar con él cumpliendo órdenes y buscando venganza para con los suyos.

La sala estaba vacía. Salió y fue a revisar la siguiente con igual resultado, así hasta que llegó a la última puerta, la que estaba entreabierta. Si no estaba ahí el omega al que vino a buscar significaba que ya lo habían liquidado y eliminado pruebas, destruyendo así su esperanza por saber qué le sucedió a su amante.

Con el corazón bombeando frenéticamente contra el pecho, a un ritmo ensordecedor, comenzó a abrir la puerta lentamente con los gritos dentro de su mente de agonía ante la posibilidad de perder a su omega, de ver con sus propios ojos que la muerte se lo había arrebatado para siempre. Cuando estuvo abierta del todo, sintió como las rodillas le fallaron a punto de lanzarlo al suelo, comenzó a respirar pesadamente y el corazón le estallaba dentro del pecho.

SeHun —apenas fue un susurro ronco, con la voz rota sucumbiendo a los encontrados sentimientos que estaba experimentando en esos momentos.

¡Está vivo! El destino había sido benevolente con un hijo de puta como él permitiéndole encontrar a su hermoso omega de nuevo.

Vivo... estás vivo... —murmuró sin ser consciente de haberlo hecho, no podía creerlo. Estaba vivo, a unos pasos de él, respirando agitadamente y malherido, pero, con vida, al fin y al cabo. La muerte no se lo había arrebatado, el destino no le había dado lo que merecía por ser como era, un maldito hijo de puta. Su pequeño omega estaba vivo. VIVO.

Por primera vez en su vida sintió como sus ojos picaban se nublaban. En esos momentos no le importó nada, estaba solo en aquella sala a unos metros del hombre que le pertenecía en cuerpo y alma, al cual iba a hacer pagar por haberse alejado de él, al que iba asegurarse de atar para que no se escapara de nuevo.

—SeHun —susurro de nuevo, sin ser capaz de decir nada más.

No podía, no en esos momentos. Sólo podía permanecer con el corazón agitado, con una extraña sensación sobre el pecho como una presión que le impedía respirar bien y mirarlo fijamente a su obsesión, saboreando diferentes sentimientos que recorrían su cuerpo de manera cruel, salvaje, desgarrándole por dentro.

Deseaba matar con sus propias manos a quienes habían dañado lo que era de él, devorar los labios de SeHun hasta que se rindiera a él, golpearle por haberlo abandonado, lamer cada parte dañada de su cuerpo ansiando volver a sentir como temblaba bajo sus caricias, cómo se arqueaba buscando más contacto, cómo gemía su nombre antes de sucumbir al placer.

Apretó los dientes acallando el gruñido que luchaba por brotar de su garganta al ver a su amante en ese estado. El omega estaba tumbado boca arriba sobre una camilla metálica vistiendo su inusual y sencilla ropa, la cual se encontraba toda desgarrada y hecha trizas revelando la gravedad de sus heridas que le destrozaron el cuerpo, que lo mantenían preso en la inconsciencia a un paso de lanzarse a los brazos de la muerte sino era atendido por un médico.

Dio un paso hacia delante, observando con atención cada herida que mostraba, desde las destrozadas rodillas en las que se veía una gruesa capa de costra de sangre y suciedad, al costado derecho del vientre empapado en sangre, o como su rostro estaba hinchado y ennegrecido por los golpes que recibió cuando lo trajeron a este lugar.

—Quiero matarlos de nuevo —murmuró con voz cargada de odio, apretando los puños al punto de hacerse daño, sin poder desviar la mirada del herido rostro de su hermoso omega.

Debería haberles hecho sufrir, destrozarles lentamente por lo que habían hecho, hacerles gritar de dolor y suplicar por sus vidas.

Lastima que había acabado con ellos rápidamente, ahora sólo le quedaba asegurarse que su omega sobreviviera a las heridas y destrozar sin piedad al estúpido de YiFan. Sonrió internamente ante la posibilidad de enfrentarse a un hombre como lo era aquel magnate, pues iba a hacer un rival a batir muy duro con el que disfrutaría cuando lo viese caer de su pedestal, cuando lo tuviese muerto a sus pies. Siempre era bueno el que hubiese alguien de su mismo nivel.

Sobre todo, si eso implicaba eliminar a su jodido hermano mayor, y podía quedarse así con toda la empresa y todo el dinero que su familia les había heredado.

Al fin y al cabo, YiFan había sido adoptado, él que siempre quiso tener todo lo que él tenía, inclusive a su bello omega, SeHun.




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