Capítulo Siete

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El regreso a casa había sido de lo más incómodo, Alirio no había comentado nada después de sus "Buenos días Srita. Valentina", que apenas pudo escuchar tras subirse lo más rápido que pudo a la camioneta. Se sentía incomodo sentarse en la camioneta con todo el cuerpo adolorido, sin calzones y con ganas de más, Pinche Juliana y sus dedos mágico.

Llegó a su departamento y ni esperó a que Alirio abriera su puerta. Se despidió como pudo y subió rápidamente a su departamento. Saludo a las personas que se encontró en el lobby, como si llegar sin zapatillas, despeinada, con el vestido arrugado y sin calzones fuera lo más normal de mundo. Aunque esto último no lo podían saber.

¡Again Pinche Juliana!

Entro al departamento y Bernie la observó con reproche, trató de saludarlo como siempre lo hacia pero este la ignoró. Lo que le faltaba, que hasta su consentido le dijera lo jodida que estaba por llegar a esas horas de la mañana tras una noche de copas, una noche loca, cual canción ochentena de señora. Bernie siempre estaba feliz de verla llegar, pero al parecer dejarlo sin comer había sido el límite de su amor.

Se dirigió a la cocina tirando en el camino, su bolsa y la única zapatilla que encontró, el orden no era lo de ella. Bendita Chivis que venía tres veces por semana.

Necesitaba tomar algo para la resaca, esa era su prioridad, así su cerebro pensaría un poco mejor.

Sentía su cabeza como un Punching Back después de las liberaciones de estrés/hate de Guille.

Respiró profundamente tratando de controlar a su cuerpo, aún estaba afectada por lo sucedido apenas unos minutos antes, lo peor era que seguía jodidamente excitada. Necesitaba un baño de agua fría. No podía creer la actitud de su amiga, ¿qué se disponía hacer?, ¿tentarla hasta volverla loca de deseo y repetir los sucesos de la noche anterior?, si ella apenas y podía caminar y la idiota estaba como si nada. Sentía todo el cuerpo tullido y Juliana ahí en su gloria como si nada.

¡Basta Valentina!

¿Era normal escuchar la voz de Eva en su cabeza? Después, porque su hermana decía que vivía en el mundo del Yupi. Eso era super weird, se estaba volviendo loca.

Escuchó el ladrido ofendido de Bernie que subía a una de las sillas de la cocina, mesa que por cierto había seleccionado Juliana, "mira Val esta la neta esta mucho mejor", muchas de las cosas de ambos departamentos lo habían seleccionado entre las dos. Valentina suspiró fuertemente asustando al cachorro, no debería pensar en eso... aún.

Se acercó a la mesa y tomó a Bernie entre sus brazos, le sirvió en un pequeño refractario su comida y lo llevó a su área de comida. Pobre, el pequeño tenía casi 24 horas sin comer, todo por andar de caliente con Juliana.

Le dolía horrible la cabeza, se sentía todavía mareada y algo cansada, por supuesto, lo último no era por el mezcal, estaba segura. Tomó una taza, donde colocó el sal de uvas, se lo tomó de golpe. Sabía asqueroso, pero sabía mucho mejor que los menjurjes anti resaca de Juliana.

¡Juliana!

Un eructo anti femenino salió de ella, pero no le importó, se sentía mucho mejor. Sus buenos modales ya no le importaban, si alguien la iba a querer, la tendría que querer con sus defectos y virtudes, el problema era que la única capaz de tolerarla, suponía que seguía desnuda en su departamento.

No sabía que haría. ¿Por qué todo sucedía ahora?

Acarició con un ligero golpecito la cabeza de Bernie, quien solo hizo un ligero gruñidito. Regresó a la cocina para prepararse algo rápido de comer.

Con Sabor a MezcalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora