Capítulo Tres

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Sabía que la había impactado, sintió como el cuerpo de la castaña se tensaba junto al suyo, tratando de asimilar su confesión, definitivamente el mezcal ya se le había subido a la cabeza. Nunca se había visto en la necesidad de contar tal cosa, tenía veinticinco años y nunca había tocado a alguien de la forma en que Valentina y el resto del mundo pensaban.

No sabía si era por tanto consumo de alcohol o por la situación, pero no se sentía avergonzada, es más, era graciosa toda esa situación. Ahí estaba Valentina, llorando por su condicional virginal y ella no estaba en mejor estado.

-Te dije que ignoraras a Sergio - dijo Juliana con una mueca, mientras abría los ojos y observaba a Valentina.

La habitación dejó de dar vueltas por unos segundos, estaba ebria, mareada y caliente como el infierno.

Valentina la miraba como si de un fenómeno se tratara, era extraño pero nunca pensó que la reacción de ella fuera esa. No es que pensara en ir confesando su estatuto virginal. Después de todo, tenía una reputación, para bien o para mal, pero esperaba otra reacción de Valentina, algún comentario burlón, algún golpe por dejarla creer, en palabras de ella, sus hazañas, pero ella no hacía nada, Valentina solo la miraba, como tratando de asimilar la información.

Juliana sonrió ante el estado catatónico de su amiga.

-Necesito un trago. - dijo Juliana mientras se levantaba para dirigirse a la cocina, dejando a Valentina en el sofá, Valentina la seguía con la mirada, con la boca abierta, la estaba haciendo sentir incomoda. En la despensa ya no había ninguna botella más, entonces recordó que aún quedaban unas botellas de la última reunión con el resto de los Carvajal, en algunas ocaciones se reunían, las sedes iban rotando, algunas veces en casa de Eva, en la mansión, donde Guille o en el departamento de Juliana.

Buscó mas vasos pero pensó que en su estado ya no los necesitaría, a estas alturas su coordinación ya no alcanzaba para servir el contenido y después tomar de el, así que solo se llevó la botella, el tomar directo de ella no presentaba ningún problema.

-Deja de verme así... no es el fin del mundo -

Era irónico, ahí estaba ella a sus veinticinco años frustrada sexualmente, pensado que su amiga, la diseñadora revelación, la genia y promesa de la moda internacional, tenía mas experiencia de la que pensaba, cuando en realidad, estaba igual que ella.

Sola, caliente y célibe.

¡Diablos!, no entendía nada, todo lo que había escuchado, todo lo que había leído, ¿no era real?, pero si Juliana Valdés era algo así como la fantasía de muchos. Se suponía que Juliana tenía citas, de hecho tenía más citas que ella, siempre con personas dispuestas a complacerla.

-Siempre tienes citas...- dijo por fin. Juliana estaba tomando de nuevo de la botella de mezcal, a pesar de la bomba que le había soltado, se veía relajada. –he escuchado a varios decir... no entiendo... ¿es una broma verdad? – dijo Valentina mientras quitaba la botella de las manos de Juliana para tomar ella, debía de ser una broma o ya estaba más que borracha.

-Nop, no lo es... a Sergio se le fueron comentarios de más. Al final las personas dicen y creen lo que quieran. Y con los que he salido para cenar, a comer, a bailar, al día siguiente están vendiendo la exclusiva de lo buena que soy en la cama... todos dicen lo que quieren creer... y lo que quieren escuchar... -

-¿Por qué no me dijiste?, aquí yo sufriendo de mi falta de acción sexual y tu estas igual.

-Yo no estoy frustrada...

-¿Y yo sí?, está bien no me contestes.

Se explayaron en el sillón, el silencio las invadió, tomaron por unos minutos cada quien sumergidas en sus pensamientos, en sus frustraciones, hasta que Valentina resumió toda la situación con una sola afirmación.

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