Capítulo 21

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Gritó al sentir la primera caricia de la lengua de Claudio y se perdió completamente cuando inició una danza erótica. Contuvo el aliento al sentir que el clímax crecía en su interior mientras él le agarraba las caderas. La llevó con la lengua al límite, hasta que sintió que el placer la asaltaba y la reclamaba.

Fue lo más increíble que Emilia había experimentado jamás, más increíble todavía que lo que ya habían compartido, cosa que ella había creído imposible.

¡Quería más!
Necesitaba más.
Y quería darle más a Claudio.

Él no ofreció resistencia cuando lo hizo tumbarse sobre las almohadas, manteniéndole la mirada mientras le desabrochaba los pantalones. En pocos segundos le había quitado también los boxers, dejándolo completamente desnudo.
Era hermoso. Duro. Musculoso. Perfecto.

Claudio gimió al sentir los labios y la lengua de Emilia en su miembro, subiendo y bajando por toda su longitud antes de rodearlo con la boca.
Estaba demasiado excitado; necesitaba tomarla con tanta intensidad que no se sentía capaz de aguantar sus caricias. La levantó un poco y la puso sobre él, aprovechando la nueva postura para acariciarle los pechos.

Ella arqueó la espalda y comenzó a mover las caderas despacio, eróticamente, mientras cabalgaba sobre Claudio, sintiendo que la tensión crecía en él.

Él se movió de manera que pudo tomarle un pezón en la boca, a la vez que ella se movía más rápido. Emilka sintió que la atravesaba un segundo orgasmo a la vez que Claudio gemía, convulsionándose debajo de ella con oleadas de placer que amenazaban con romperlo en mil pedazos.

Instantes después Emilia cayó con suavidad sobre el pecho de Claudio con la respiración entrecortada.
Debería arrepentirse. Sabía que debería, pero no era así. ¿Cómo podía arrepentirse de algo que había sido tan maravilloso? Los dos habían dado y tomado con generosidad, haciendo que la experiencia compartida fuera preciosa.

Había sido amor, reconoció Emilia , aturdida.
Al menos, por su parte.
¡Cielo santo, estaba enamorada de Claudio!
Estaba enamorada de un hombre que no confiaba en ella, y que menos aún podía corresponderla.
¿Cómo había sido tan estúpida?

Claudio por su parte nunca había sentido una excitación tan grande seguida de una liberación tan increíble. Se sentía totalmente saciado, a pesar de saber que Emilia se estaba alejando, no sólo emocionalmente sino también físicamente, ya que se apartó para tumbarse a su lado.

¿Qué estaría pensando?, se preguntó. Nada agradable, a juzgar por su expresión.
¿Se arrepentía de lo que había pasado? ¿No se daba cuenta de que lo que acababan de compartir era algo muy inusual, una compatibilidad que la mayoría de las parejas nunca encontraban?

—Emilia…

—Ha sido un día muy… extraño, y ahora me gustaría dormir un poco, si no te importa —dijo con voz neutra, sin mirarlo a los ojos.

Claudio se giró de lado para mirarla, sin atreverse a tocarla.

—Emilia, ¿te arrepientes de lo que ha pasado?

—¡Claro que…! Sí, me arrepiento. Como he dicho antes, esto no cambia nada. Sigo sin querer casarme contigo.

¡Maldición! ¿Es que Emilia no se daba cuenta de que lo que habían compartido podía ser la base de un matrimonio? ¿De que, con el tiempo, podía llegar a amarlo? Y él a ella.

—Ya has demostrado lo que querías, Claudio. Ahora, me gustaría que te fueras —le dijo fríamente. Estaba a punto de derrumbarse y echarse a llorar, y no quería que Claudio la viera.

—Y exactamente, ¿qué es lo que he demostrado? —dijo con voz inflexible.

—Que el buen sexo nos puede hacer olvidar un montón de cosas. Incluso nos ha hecho olvidar por un momento que no nos gustamos.

Claudio sintió como si Emilia lo hubiera golpeado en el estómago. ¿Seguía afirmando que él no le gustaba?

Se sentó bruscamente.

—Entonces, tendremos que acostumbrarnos al buen sexo, ¿no te parece?

—¿A qué te refieres? —ella lo miró mientras Claudio empezaba a vestirse.

—Me refiero a que, cuando nos casemos, porque nos vamos a casar, voy a compartir tu cama todas las noches. ¡Y todos los días si me da la gana!

Recogió la chaqueta del suelo sin molestarse en abrocharse la camisa.
A Emilia se le encendieron las mejillas de ira.

—No puedes obligarme a que me case contigo.

—Yo creo firmemente que sí.

Emilia contuvo el aliento al oír el tono helado de Claudio.

—¿Por el bebé?

—¿Por qué otra cosa si no? —sonrió fríamente.

Ella negó con la cabeza.

—¿Condenarías a nuestro hijo a crecer en un matrimonio sin amor?

—Ya conoces la alternativa, Emilia.

Ella se abrazó el vientre con un gesto protector.

—¡No te voy a entregar mi bebé!

—Mi bebé, Emilia—la corrigió —El legítimo heredero de los Meyer. Y lucharé por él en los tribunales si es necesario.

Los ojos de Emilia brillaron con una mezcla de enfado y lágrimas.

—¡Si me obligas a hacer esto, te odiaré durante el resto de mi vida!

—Olvídalo, Emilia. Hay un viejo dicho que mi abuelo me enseñó hace años: «Mantén cerca a tus amigos, y a tus enemigos aún más cerca». Y pretendo mantenerte a mi lado durante los siguientes cincuenta años.

—Yo no soy tu enemiga…

—Ése es el problema. No tengo ni idea de lo que eres. Pareces una embaucadora, pero al momento siguiente pareces otra cosa totalmente diferente.

Emilia sacudió la cabeza con pesar.

—Porque estás cegado por tus prejuicios para ver la verdad. Hace años, otra mujer te usó y, porque un adúltero mentiroso como Ulises Reyes te dice que yo he hecho lo mismo, decides creerlo. ¿No te das cuenta de que nunca me comprenderás si sigues pensando eso?

Claudio la miró fríamente durante unos segundos antes de darse la vuelta y salir del dormitorio, cerrando la puerta con violencia.

Emilia se quedó mirando la puerta, desorientada por la furia que había seguido a su exquisita unión, devastada al darse cuenta de que, a pesar de todo, estaba profundamente enamorada de Claudio Meyer.
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Necesito de su ayuda, me podrían decir si el capitulo 19 y 20 esta publicado dos veces, es que a mi me aparece que se publicó dos veces.

Muchas gracias por todos sus comentarios 😊

~Embarazada de un millonario~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora