Capítulo 2

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—¡Oh, lo siento! —exclamó ella, dándose cuenta de que estaba reaccionando de forma exagerada. Después de todo, ese hombre podría haber decidido no ayudarla —Emilia —añadió rápidamente.

—¿Cómo dices?

—Me llamo Emilia

—Ah. ¿Sólo Emilia?

—Sólo Emilia

La noche ya había sido suficientemente caótica, así que era mejor no hacer público que la fotógrafa Emilia Ruiz, contratada por PAN Cosmetics, se había visto involucrada en una escena desagradable en el prestigioso hotel Harmony.

—Entonces, yo soy sólo Claudio.

—Un nombre interesante.

Claudio estudió la delicada perfección del perfil de Emilia antes de bajar la mirada discretamente a la turgencia de los senos que asomaban por el escote. El fino tejido le marcaba claramente los pezones, al igual que la curva de la cintura, las caderas y los muslos.

—Y de verdad que agradezco mucho tu ayuda, —siguió diciendo ella —pero no creo que fuera muy sensato ir a tu suite.

¡Al diablo con la sensatez! Ahora que las circunstancias le habían permitido hablar con ella y oír la ronca sensualidad de su voz, Claudio quería conocerla mejor. Mucho mejor.

—Podría darte un par de referencias si me esperas un momento…

—¡Estás haciendo que parezca infantil! —protestó ella.

Él arqueó sus cejas oscuras.

—Entonces, ¿qué dices? ¿Te vas a arriesgar a venir conmigo?

Emilia pensó en lo mal que había malinterpretado a Ulises y en lo ingenua que era respecto a los hombres; tal vez al aceptar la invitación de Claudio se estuviera metiendo en la boca del lobo.
Estaba ya muy cerca de los treinta años, pero eso no quería decir que tuviera mucha experiencia con el sexo opuesto. Sólo había habido un hombre en su vida, cuando iba a la universidad, y no había sido una experiencia muy excitante, hasta el punto de que no estaba nada interesada en repetirla.

Pero sólo mirar a Claudio le parecía de lo más excitante. «¡Por el amor de Dios, Emilia!», se dijo. El Harmony era uno de los hoteles más caros y exclusivos de Londres, y Claudio era un huésped, no un asesino. Además, sólo le estaba ofreciendo una copa de brandy para que se calmara, no una noche de sexo desenfrenado… y si por casualidad se lo ofreciera, siempre podía decir que no. Al contrario que Ulises, Claudio no parecía el tipo de hombre que tuviera que forzar a una mujer para acostarse con ella.

—¿Sólo una copa de brandy?

—Sólo —contestó Claudio con una sonrisa.

Aún dudaba. Una parte de ella estaba intrigada por Claudio, y la otra parte…

—No debes tener miedo, Emilia —le afirmó él.

Emilia se enfadó consigo misma al darse cuenta de que su expresión había reflejado lo que pensaba.

—Mi precaución no tiene nada que ver con el miedo. Acabo de escapar de una situación desagradable y…

—¿Crees que quiero subirte a mi habitación para seducirte? —la interrumpió.

—¡No, por supuesto que no! —exclamó, y se ruborizó intensamente. ¡Qué manera de tratar al hombre que la había rescatado! —Es que no tengo costumbre de subir a la habitación de un hombre que acabo de conocer, especialmente teniendo en cuenta las circunstancias en las que nos hemos conocido.

~Embarazada de un millonario~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora