El pequeño Peter no dejaba de estar atento a las noticias.
Días atrás su papá Tony lo había ido a dejar a casa de su nany May. Este había dicho que tenía algo muy importante que hacer y que por unos días debía quedarse fuera de casa.
Al principio Peter pensó que se trataba por cuestión de trabajo, pero luego del segundo día, accidentalmente vio en la televisión como la mansión, su casa, era destruida con misiles y caía gran parte al mar.
Peter había llorado desconsoladamente, y su nany May, poco pudo hacer para tranquilizarlo. No fue sino hasta la noche del quinto día que Happy se presentó para entregar un mensaje. Tony estaba vivo.
Peter, cual geniecito que era, había entendido un poco lo que pasaba, así que no se perdía las noticias en busca de nueva información sobre el mandarín y su papá.
***
Su papá Tony volvió sano y salvo junto con su mami Pepper. Ambos no dudaron en abrazar a su pequeño cuando fueron directamente por él a la casa de May Parker.
Ambos adultos se deshicieron dando cientos de besos por todo el rostro del pequeño, el cual no podía dejar de llorar porque había pensando que no volvería a ver a sus padres.
Después de la calurosa reunión, Tony hizo un gesto a Pepper para que se llevará al niño y lo esperaran en el auto.
—Gracias por lo que has hecho por nosotros, May—dijo Tony con sinceridad.
May sonrió ligeramente y se acercó a dar un abrazo a su jefe.
—Me alegra que hallas vuelto en una pieza—dijo ella.
Tony devolvió la sonrisa.
—Ven a vivir con nosotros—May trató de negar inmediatamente, pero Tony no se lo permitió—. Por favor, nos vamos a mudar a Nueva York, a la vieja mansión Stark. No me perdonaría que te quedaras aquí sola dado que Ben... Bueno...
May suspiró.
—Esta bien, Tony—aceptó may—. Tu hiciste mucho por nosotros. No fue tu culpa lo de Ben, y tienes que convencerte a ti mismo de que no lo fue.
Tony soltó un resoplido incrédulo pero aún así asintió. Con un movimiento de cabeza dió la vuelta y salió del departamento.
***
Dias después. Nueva York.
Peter despertó muy temprano. Una sensación de inquietud se había instalado en su pecho y le había impedido dormir bien.
Talló sus ojitos. Se puso de pie y se colocó sus pantuflas de Iron Man y salió rumbo a la cocina. Tal vez estar en una nueva casa lo tenía incómodo. No era fácil tener que adaptarse a algo nuevo y desconocido. Afortunadamente, lo primero que su papá había hecho, había sido instalar a JARVIS en la mansión.
—¿JARVIS?
—¿Sí, joven Peter?
—¿Dónde está mis papás?
—La señorita Potts aun duerme. El señor Stark salió de madrugada y aún no ha vuelto.
Peter se extrañó ante eso ultimo, así que se dió la vuelta y se dirigió al cuarto de sus padres. Con cuidado se coló en la cama y se acurrucó a un lado de su mamá.
Pepper se removió y abrazó a su hijo.
—Buenos días, pequeño Stark—saludó con voz somnolienta, antes de dar un besito en la cabellera castaña.
—Papá no está—musitó el menor.
Entonces Pepper recordó la razón por la que Tony había salido.
