Nebula vio de primera mano el resultado desastroso del chasquido de Thanos. Debía confesar que ver a aquel hombre sufriendo por la pérdida de su hijo fue algo que caló en todos sus circuitos. En todo el tiempo que llevaba de vida, jamás había sido capaz de ver una reacción tan natural, tan humana. El mal era lo normal en su existencia. Thanks se había encargarlo de robarle absolutamente todo lo bueno de la vida.
Se acercó a paso cauteloso a él y aún con duda, colocó su mano el el hombro ajeno.
—Se fue—musitó Tony con la mirada perdida.
Nebula asintió aún sabiendo que él no le miraba. De manera lenta y cuidadosa apretó sus hombros para hacerle sentir su presencia, empujándolo poco a poco a que se pusiera de pie y avanzara junto a ella hacia el Milano. No tenía idea de qué seguiría a continuación, pero tenía la imperiosa necesidad de hacer algo por el hombre. No podía dejarlo ahí. Ella también había perdido a todo su equipo, a su hermana, y por supuesto que estaba triste, pero por algún motivo se veía empujada hacia ese humano.
***
Tony pasó varios minutos sentado con la mirada perdida, tomándose débilmente su costado. Nebula solo se quedó ahí, observándolo. Esperando.
—Hay que volver a la tierra—dijo Tony de pronto, girandose hacia la mujer azul, pareciendo percatarse recién de su entorno.
Ella asintió.
—¿Era tu... Hijo?
Tony parpadeó confuso por la pregunta cuando fue capaz de procesar lo que significaba. Pensó en que el chico Parker probablemente tenía cierta admiración por él, pero dudaba que se sintiera de esa manera, de padre e hijo. O tal vez sí. Ahora no podría saberlo porque Thanos se lo había arrebatado.
—No. No él era... Era mi...—¿Quién era Peter para él? Tony se sintió desolado como nunca al entender que el chico se había marchado. Peter ya no estaba. Su hijo se había ido.
Nebula decidió no seguir indagando. Se puso de pie y se acercó a la cabina para poner en marcha la nave y llevar al hombre a su planeta. Ahora que no estaban los guardianes, dudaba que pudiera hacer algo de provecho, pues ya no tenía quién le enseñara sobre esa nueva vida que había elegido. En realidad, la incertidumbre era demasiada como para ponerse a pensar en ello. No quería pensar en ello, y suponía que el hombre tampoco.
Tony pasó dos días en completo silencio. Nebula respeto eso. Tampoco era una gran conversadora, así que, de cierta forma agradecía no tener que decir nada al respecto, hasta que lo vio quejarse y agarrarse con fuerza su costado.
—Estas herido.
—No es nada.
—recuestate.
Tony finalmente la miró. Sus ojos recorrieron a la chica de manera curiosa. Reparó en sus partes robóticas que se encontraban un tanto maltratadas y su mente inmediatamente pareció activarse; distraerse siempre fue su manera de sobrellevar las cosas.
—Tu tampoco estás muy bien—musitó en respuesta, aún así se movió y se recostó en la superficie de una especie de mesa justo al centro de la nave.
Nebula se acercó a él, lo ayudó a remover la chaqueta y la camisa para poder ver la herida.
Tony observó atentamente la atención que recibió. La herido no se veía tan mal, pero sabía perfectamente que requería atención, y ella se la estaba dando.
—¿Cómo te llamas?
—Nebula.
Tony asintió.
