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El insomnio... Ese antiguo compañero que le proporcionaba compañía desde que tenía memoria, pero ahora que estaba en la universidad realmente necesitaba dormir más que 2 horas. Dió otro sorbo al té medicinal recomendado por un amigo. Ya había intentado de todo, leche tibia cada noche, pastillas naturales, etcétera. Pero nada.

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Larry se despertaba a mitad de la noche debido a su estómago rugiendo. Sí, sabía que saltarse comidas durante el día era malo, pero no tenía otra opción si quería mantener su trabajo y estudios.

Se sentó al borde de la cama, y pasó una mano por su castaño cabello. Se levantó y revisó en la cama de arriba, viendo que Small seguía en su cama. Salió y bajó las escaleras, aún somnoliento, pero su estómago dolía del hambre que tenía.

Se encaminó a la cocina, hasta que sintió un ruido. ¿Pero qué...? Tomó lo primero que pilló, que era una maceta de Steve, y caminó sigilosamente hacia allí, y al llegar, prendió la luz y se colocó en pose de ataque con su arma: la maceta.

Sintió un gran alivio al ver a su compañero de cuarto, tanto así que dejó la maceta en la repisa más cercana.

—¿Laurence? ¿Qué ocurr--?— pero no alcanzó a terminar, siendo interrumpido por su compañero.

—¡Maldita sea, Small! ¡Por poco te mato!

—¿Qué?

Steve se hallaba confundido, y Larry no le podía explicar que había pensado que era un asesino que lo apuñalaría 20 veces en la tráquea.

—N-Nada. ¿Qué haces aquí? Creí que estabas durmiendo, ví que estabas en tu cama.

—Ah, si, solo dejé unas almohadas ahí para que no te preocuparas por mi sí te levantabas.— aclaró, solo generando más dudas en el castaño.

—¿Y por qué estabas en la cocina con la luz apagada?

—Sentí que quizás con la luz apagada quizás me daría sueño y podría irme a dormir.

—Ah...— eso no aclaraba mucho, pero optó por no hacer más preguntas.

—¿Y tú? ¿Qué haces levantado?— cuestionó el mayor, arqueando una ceja.

—Tenía hambre... Hoy no he comido bien.— admitió, avergonzado, no le gustaba mucho hablar de temas que el consideraba personales, pero sabía que no podía mentirle a su compañero, porque a fin de cuentas, este averiguaría la verdad.

—Larry, ya te he dicho que tienes que preocuparte más por tus horas de sueño y tú alimentación. No puedes depender de las bebidas energéticas por siempre, eso te pasará la cuenta.— le enternecía la preocupación del mayor, pero no tenía otra opción, siempre se le olvidaba llevar almuerzo cuando tenía tiempo para hacerlo, y las otras veces simplemente no le alcanzaba el tiempo.

—Lo sé, Steve, pero no tengo otra opción.— aclaró. No mentía en sus palabras.

—Siéntate.— ordenó el mayor, levantándose de su asiento, para agarrar una sartén, hervir un poco de agua y tomar algunas especias.

Larry decidió no cuestionar a su compañero y hacerle caso, por lo que tomó asiento, observando como el peliblanco vertía el agua en la sartén, y comenzaba a echar especias en este, revolviendo con una paleta de madera.

Era una regla que en esa casa no se comía carne, así que Larry debía conformarse con comer cosas vegetarianas.

Al terminar, sirvió las verduras en un plato, y se lo entregó a Larry, el cual comenzó a comer. ¡Estaban deliciosas! No sabía que Steve cocinara tan bien. Aunque le extrañaba algo.

—¿Por qué echas el resto de comida en ese pote de plástico?— y justo el mayor había terminado de cerrar el pote.

—Es tu almuerzo para mañana, en este punto me da lástima que ya no almuerces.— respondió con una leve risita. —Bueno, yo me devuelvo a intentar dormir, buenas noches, Larry.—

—Si... Buenas noches.— se despidió, confundido, nunca antes nadie se había preocupado tanto por el aparte de sus padres, ni siquiera Karen.

Llevó una mano a su pecho, una sensación extraña se presentaba en su estómago, y una calidez en su pecho.

Seguramente era más hambre.

Unilateral ┊STEVELMEYERWhere stories live. Discover now