Entendía bien él por qué de los nervios del otro, tenía ya un tiempo largo queriendo conseguir un trabajo en su amada área. Las ofertas de empleo anteriores solicitaban experiencia previa, y Steve no la tenía. Así que cuando en el anuncio de Industrias Stark vio "Experiencia previa no requerida" casi se cayó de la silla por la emoción. Si bien Steve trabajaba en una librería y de vez en cuando conseguía clientes particulares para poder mantenerse, en verdad quería trabajar en algo de su área. Su sueño era algún día poder sustentarse como freelance, pero primero necesitaba haber trabajado en algún sitio, necesitaba un buen curriculum para que sus potenciales clientes confiaran en él. Es muy difícil que contraten a un freelancer sin experiencia previa en alguna empresa, con lo cual pudiese respaldar su trabajo.

— ¿Cómo se ve mi cabello?—preguntó Steve, y Natasha no pudo evitar sonreír. Su amigo jamás se preocupaba por su aspecto físico, estaba verdaderamente al borde de una crisis nerviosa.

—Se ve perfecto Steve.

Quizás estaba tan nervioso en cuanto a su aspecto físico por causa de Stark. El magnate era conocido, entre muchas cosas, por su extraordinaria y fina forma de vestir, con camisas que fácilmente podían costar mucho más que la vieja moto de Steve.

—Iré a traerte un café—mencionó poniéndose de pie.

Steve giró rápidamente la cabeza hacia ella, y la miró como si fuera un extraterrestre haciendo malabares.

—No me dejes solo, Nat, —pidió con voz casi cortada para que la secretaria no pudiera escucharlo.

En verdad no quería quedarse solo. ¿No era patético? Se suponía que era un hombre adulto y aun así estaba más que aterrado de entrar a aquella oficina.

—Steve, no creo que toque tu turno por ahora—acomodó mejor su chaqueta antes de dar media vuelta dispuesta a buscar aquel café—. Todos los que han entrado tardan alrededor de media hora. El ultimo que entró tiene apenas unos diez minutos.

Rogers asintió sin muchas ganas y, después de pensarlo bien, concordó en que un café le caería de maravilla en esos momentos. Vio a Romanoff alejarse de él, llegar al ascensor y desaparecer tras las puertas metálicas.

Cuando ella desapareció inevitablemente se empezó a sentir más ansioso todavía. Comenzó a estrujar sus manos, sintiendo muchas ganas de que Nat llegara con el café para poder relajarse y volver a tenerla a ella a su lado.

Se sobresaltó ligeramente al escuchar abrirse las puertas que lo separaban de la oficina de Stark. No pensaba que ya sería su turno, las entrevistas eran más largas. Tragó fuerte cuando vio que salía Cristopher Paul—si mal no recordaba— con paso fuerte y furia manando de sus ojos. Parecía, incluso, que se pondría a llorar de rabia en cualquier momento.

Cuando pasó frente a Steve se detuvo un momento para verlo sentado.

—Ese hombre es un imbécil, lárgate mientras tienes oportunidad— su irritación era palpable y luego siguió su camino directo al elevador.

Eso aumentó sus nervios mil veces más, y sus ganas de ir al baño también aumentaron considerablemente.

Casi ni se fijó cuando Hope levantó el auricular del teléfono e intercambió dos palabras con su jefe.

—Rogers, Steve. —La secretaria pronunció su nombre mientras se levantaba, cargando una carpeta entre sus manos. Steve pensó que la carpeta contenía su información y se la llevaría a Stark, como había hecho con los anteriores—. Acompáñame, por favor.

Sentía el taconeo de la secretaria más agudo y ensordecedor de lo que realmente era, o quizás era su propio corazón que comenzó a latir desbocado en cuanto se levantó de la silla y caminó hasta la oficina. Oficina que en sí misma era intimidante de lo inmensa e imponente que era. Stark estaba en el fondo, de espaldas a unos grandes ventanales que daban una vista completa de la ciudad. Su escritorio era de caoba con el logo de la empresa tallado en el frente. Anthony se veía verdaderamente imponente. Un fuerte olor a lavanda llenó sus fosas nasales, seguramente de algún aromatizador.

El secreto de tus ojos (STONY)Where stories live. Discover now