Hera también había desbaratado su autoestima cuando joven. No logró recuperarse del todo al saber que de entre todos decidió escoger a su ruidoso hermano menor antes que a él a quien había jurado amar en las noches estrelladas del verano. Un loco amor de verano como en Grease, eso había sido todo. 

— Buenas noches - comenzó tras marcar el número más que conocido con sus manos mojadas -. Poseidon, ¿por qué no vamos al club de la ocasión anterior? Necesito unos tragos ahora.

— ¡Llamo a Zeus, nos vemos allá, amigo! 

— ¡No, no, no, vayamos los dos solos!

Pero fue inútil, ya había cortado la línea.

Hades se resignó, fue a cambiarse por ropa más casual que un bañador y llegó al lugar a las doce en punto. Un par de mujeres se acercaron ofreciéndole un trago el cual aceptó, brindando con ellas mientras estas reían e intentaban inmortalizar el momento con algunas fotografías ya que era bien conocido por ser un antisocial y su presencia en algún sitio siempre era más que bienvenida por eso en esas ocasiones. La piel azulada del hombre brillaba gracias a la bola disco colgando en mitad de una pista de baile estrecha. El club era pequeño pero tenía un escenario donde bailaban mujeres con poca ropa por propina. Él no se acercaba mucho porque no era bueno coqueteando aunque lo intentara con todas sus fuerzas, la mayoría de las personas bajaban la mirada por la intensidad de sus ojos fríos como la lluvia que caía afuera. El vacío no se llenaba con alcohol ni las risas sugerentes de ambas ninfas que bromeaban sobre sus vidas sin sentido para él.

— ¡Hermanito! - gritó Poseidon, levantando su peso sin esfuerzo entre sus brazos musculosos de nadador, raptándolo hacia una habitación más privada donde un par de sílfides bailaban con pequeñas piezas de ropa negra de encaje mientras Zeus lanzaba monedas al aire. 

Estuvo sentado en la orilla ignorando el espectáculo, parpadeando cuando sus ojos luchaban con las lágrimas de sueño y el dolor sobrepujaba en su corazón. No aguantaba más así que pidió permiso a sus hermanos para retirarse al cuarto de servicio donde pocos caballeros arreglaban sus aspectos en un vano intento de pretensión, él si no estaba trabajando prefería usar un pijama o bóxer. 

Él entró en un cubículo, bajó sus pantalones un poco y abriendo su reloj sacó una pequeña aguja de oro, cortando delgadas líneas bajo el pantalón del traje que no le apretaba como para que notaran su sangre bajo la luz artificial. Hace bastante tiempo no hacía eso, requería fuerza de voluntad pero estaba seguro que una recaída le sucedía incluso a los mejores.

El dolor delicioso duró unos minutos. Respiraba, exhalaba, respiraba, exhalaba. La calidez de su fluido vital escapándose y bajando por su pierna lo tranquilizó, ayudó en su misión de concentrarse en el mundo real. Tuvo que recordarse a sí mismo que en aquella velada no estaba solo, estaba con los hermanos que si fueron amados por sus padres. Arregló su traje por decencia antes de regresar con los otros, poniendo los ojos en blanco mientras el show iba subiendo de intensidad. 

La única mujer que deseaba ver desnuda alguna vez era a la Chica Rosa, la desconocida. Dudaba que pasara, pero al menos la idea lo mantuvo despierto cuando sus hermanos comenzaron a divertirse con las hermosas mujeres. Él yacía ahí como un muñeco sin vida, revisando sus mails en silencio.

Corazón podrido, insensible, no valía la pena estar ahí pero tampoco podía acabar con su existencia destinada a la soledad. Hades era peligroso porque ya no le quedaba nada por perder.

•••••

Habían transcurrido tres días agitados donde Eros no se había separado de ella durante todo ese tiempo, Pysche se quedaba en casa de unos familiares así que sólo se reunían durante la noche. Eligieron un guardarropa adecuado para asistir a la universidad a estudiar Letras como había decidido Perséfone, aunque aprovecharía de tomar un taller de actuación que era su segunda opción para estudiar. 

Once upon a time in London [Perséfone x Hades]Where stories live. Discover now