HEAL THE PAIN

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La adrenalina corría por sus venas sin poder evitarlo, nacía desde su espina dorsal y las carcajadas cristalinas como el agua vertiéndose resonaban por doquier donde iba. Tomados de la mano caminaron el resto en silencio por las estructuras mágicas de piedra, preciosas como templos pero para otra deidad que los humanos adoraban sobre todo en las enormes iglesias con frescos pintados en el techo. No sabía si la deidad existía, creía que no. 

Eros le había enseñado como gastar el dinero pues no podía vestir como "una pueblerina" todo el tiempo, llevaron algunas cosas y reemplazaron la maleta por una con ruedas que adoraba arrastrar. Por esas fechas estaban cercanos a la época navideña así que las ferias llenas de pesebres relacionados al dios católico también tenían disfraces navideños. Un hombre de gran peso sentado con un gran traje rojo sudaba la gota gorda bajo el inminente sol de Roma. Decidió adelantarse a las fiestas y ni Eros con toda su paciencia lograba convencerla de quitarse el horrible disfraz de elfo.

A esas horas su madre estaría buscándola por toda la isla cuando en realidad Kore masticaba un trozo de pizza vegetariana grasienta dejando que Eros la guiara a través de los laberintos rumbo al departamento de su mejor amiga quien seguro la acogería en una situación tan delicada como era una fuga.

— ¿Y cómo dijiste que se usaba Instagram? - preguntó con una sutil sonrisa, mirando como los bonitos corazones subían cuando ponía la ubicación en la fotografía. Al parecer a muchos turistas de Roma le gustaban sus caras comiendo pizza en una plaza, felices.

— ¡Artemisa te lo explicará mejor! Dudo que me deje entrar pero vendré mañana por la mañana a revisar que todo esté bien - le aseguró su amigo, dejó sus manos a los lados de la muchachita antes de tocar el timbre de una casa moldeada en granito blanco, a continuación desapareció como alma que lleva el diablo.

Kore apretó la manija de su maleta, espectante cuando su mejor amiga - a la que no veía hace meses - le abría la puerta. Los grandes ojos azules tan helados como las aguas árticas brillaron un segundo con una chispa de travesura pero se apagó cuando asomó la cabeza hacia afuera comprobando que su madre no la acompañaba. Apoyó su cuerpo contra el marco de la puerta, viendo a la menor desde la punta de sus dedos sobresaliendo de las sandalias hasta el disfraz de elfo verde pasado de moda. Ignoró la ilusión en sus ojos cruzándose de brazos sobre el pijama corto que usaba.

— ¿Por qué eres un elfo?

— No inventes, Artemisa... Los estaban vendiendo en todos lados, falta poco más de un mes para la navidad humana - tomó las manos de su mejor amiga, jalándola hacia ella - ¡Navidad humana por primera vez en toda mi vida!

— ¿Y por qué estás aquí sin tu madre? - quiso saber.

— ¿Puedo pasar? - hizo un pequeño puchero, golpeteando con sus dedos una de las paredes de piedra.

Artemisa se hizo a un lado dejando a esta pasar a un estrecho vestíbulo sin mucha decoración, sólo un burdo florero con una única rosa marchita. No se preocupaba mucho de la decoración por ahí abajo. No se molestó en ofrecerle comida porque las migas eran visibles en su traje verde pino. Subieron inmediatamente por unas largas escaleras donde Kore tuvo que empujar con todas sus fuerzas la maleta para que lograra alcanzar cada escalón.
El piso de arriba era como el de una adolescente, veía la laptop encendida cargando y la televisión a volumen bajo en Discovery H&H. La diosa de la primavera tomó asiento en el mullido sofá púrpura, acariciando su cabello rubio y ahora más corto con ondas para pasar desapercibida - aunque eso era imposible -. Artemisa la miraba fijamente mientras ella fruncía las cejas de formas graciosas para sacarle una sonrisa que nunca llegó.

— Amiga, estamos tan jodidas - comenzó, tomando asiento a su lado -. Tienes que regresar con tu madre. Si Hestia se entera que huiste puede descalificarte, ¡y lo peor es que sin importar nada más tu madre nos cortará la cabeza a ambas! 

Once upon a time in London [Perséfone x Hades]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora