Capítulo 2:

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  Sigo mirando atónita deseando que no me hayan visto, estoy aterrada hasta que los encapuchados giran su rostro. Me están viendo a los ojos, son atemorizantes y creo que me matarán como lo hicieron con ese hombre, doy media vuelta. Quiero correr, volver a la roca donde estaba y encontrar la fiesta, de repente soy invadida por una negrura inmensa que no reconozco con tanta tenue luz. Hasta que me cubren la boca asfixiándome, en una mano muy suave y veo que está conectada a un brazo, casi igual como los otros muchachos.

  El sujeto me empieza  a empujar lentamente, haciendo que mi garganta se quebrante. Voy en reversa cruzando los arbustos como si me tragaran y luego caigo en el suelo a un lado de la fogata, me froto la garganta para que se pase el dolor que me provoco el muchacho con fuerza de hombre corpulento a punto de matarme. Mi cuerpo se empieza a sentir adolorido desde mi cerebro hasta el hueso que complementa mi dedo meñique del pie.

  Los tres muchachos se acercan a mí a grandes zancadas, acorralándome como mafiosos. Quiero decir mis últimas palabras antes de morir como una inútil.

  – ¿Quiénes son ustedes? –trato de sonar valiente pero sueno como un cachorro.

  Me miran con caras frías que parecen de miedo y entonces alargan sus brazos y me recogen de las piernas y las manos. Estoy siendo dominada por tres sujetos que me terminarán matando, una negrura me envuelve y no veo nada frente a mí. Creo que ésta será la última vista que tendré antes de morir, lo repetiré siempre. Voy a morir.

  Abro los ojos con gran miedo y me duele la cabeza por eso, entrecierro los ojos por una luz cegadora que me inunda de miedo. Estoy aterrada por lo que sucede, no sé si ya estoy muerta o no pero igual. Mis ojos comienzan a adaptarse al lugar donde me encuentro.

  Me encuentro en el interior de una camioneta, lo sé porque estoy encerrada en un cuarto gris que me recuerda mucho a la camioneta de mi abuelo y al horrible aroma de pasas y cadáver en descomposición que siempre se sentía en ese lugar.

  Luego la luz vuelve a aparecer frente a mis ojos y con ella están los tres muchachos de antes. Los observo a cada uno ahora que están sin sus capuchas, son muy atractivos, dos tienen una similitud increíble y el otro no tiene una similitud tan grande a los otros dos. Algo me dice que estas plagas me causarán problemas, quiero hablar pero se me adelantan ante todo.

  –Bueno, dime Emma –el chico que cubrió la boca me habló. El maldito sabe mi nombre

– ¿qué hacías por el bosque?

No contestes Emma, no contestes.

  –Me perdí, estaba… –busco la palabra adecuada para poder hablar y no sonar como una colgada–… borracha.

  Los veo reprimir una risa frente a mis narices, quiero encestar una buena paliza en su rostro pero me encuentro atada a una silla. Vuelven a alumbrarme con la luz y me vuelven a preguntar.

  – ¿Qué viste? –me inquiere aún más sospechoso.

  No hables, maldita sea. Quiero hablar, contarles que los vi asesinar a un hombre inocente de la nada. Quiero un porqué a todo.

  –Los vi – ¿por qué hablas maldita idiota? Cállate – Los vi asesinar a ese hombre, sin motivo alguno. Parecen miserables. ¿Por qué?

  –Ya contestaremos tus preguntas –uno se aleja y se sienta en el asiento del piloto, gira la llave y con un débil ronroneo el coche arranca.

  No más.

  – ¡Contesta, ahora! –les grito, justo cuando el coche da un estrépito ruido y vuelco.

  Mis cuerdas se sueltan y la silla se cae hacia atrás, me voy de rodillas al suelo con gran dificultad, me duele y tengo miedo pero necesito respuestas.

  Con gran dificultad me pongo de pie y agarro la lámpara con la que me alumbraron. Hora de cambiar los roles desgraciado. Observo al único que está de pie y lo empiezo a atacar ferozmente, pero me esquiva en todo momento, rodeando la lámpara hasta que me grita.

  – ¿Te unirás a la Secta? –dice dando un salto que le hace rebotar en el techo.

  ¿Secta? Solo quiero liberarme de esto y hacer como si nada.

  –Si me dejas libre de esto. Acepto.

  La silla golpea el final de la camioneta abriendo bruscamente la puerta trasera de ésta. Otro giro da un vuelvo y suelto la lámpara frente a mí mientras salgo disparada hacia atrás. Mis brazos intentan aferrarse de los bordes pero no puedo y caigo fuera del coche chocando contra la tierra

  Palabras. Son lo único que se encuentra bordeando mi mente, acorralando a mi subconsciente y de repente unas líricas y hermosas palabras me dicen suavemente al oído:

   –Linda, ya tienes que despertar.

  Que hermosas palabras, hace mucho que no escucho esas palabras. Esas palabras las decía mi padre siempre antes de que me dejara de hablar por una discusión que tuvimos. Siento que alguien me abraza, me acorrala entre sus reconfortantes brazos para sentirme segura de que nada malo va a pasarme en lo que sigue del día. Mis amigas se quedaron en la fiesta o capaz que ya están en el piso universitario que compartimos, solo sé que ellas están a salvo y yo casi muerta o eso creo.

  Mis ojos comienzan a abrirse y mi subconsciente se está despertando igual que yo, no alcanzo ver nada ya que todo está en blanco, No estoy muerta porque me siento sobre una cama y cubierta por una manta, la sensación de aquel hermoso abrazo se ha ido como si se hubiese esfumado en el aire y se perdiera en el viento. Palabras de mi misma, Emma Blair.

  Me veo en una hermosa y amplia habitación color carmín que con la luz diurna que se filtra por la ventana lo hace ver refinado pero atractivo a la vez, me siento cómoda en este lugar como si nunca deseara salir, hay unos hermoso muebles de madera oscura y un piso felpudo color blanco llenando todo él lugar. Hay varios espejos, seguramente para alguien que se adula a sí mismo en todo momento por la hermosura que es.

  Trato de recordar lo que paso anoche, solo recuerdo una luz y un fuego penetrante. La sensación de que alguien me está abrazando con cariño sigue presente pero descubro que estoy sola en la cama.

La secta © #1 (SIN EDITAR)Where stories live. Discover now