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-Gracias por lo de hoy.

JungKook se quedó estático ante esas palabras.

-¿Qué?-jadeó.

-Gracias por dejarme adoptar a todos esos niños-repitió, colándose bajo las sábanas-. No tienes por qué encargarte de ellos si no quieres, yo...

-Sí los quiero, SooRa-la interrumpió, arrodillándose a un lado de ella-. De hecho, NaHee ya me tiene de esclavo.

Por muy raro que fuera la situación, ambos soltaron unas risillas a la par.

-Me alegra que te estés sintiendo más en libertad conmigo-sonrió el pelinegro.

Y es que, además de haberle besado y reído con él, también le había pedido que se quedara a dormir en su alcoba, en la misma cama, sólo hasta que pasara un tiempo y asegurarse de que estaba completamente bien de salud.

-No te emociones, JungKook-rápidamente su rostro se expresó seriamente-. Nunca se me olvidará lo que hiciste.

El pelinegro bajó la cabeza y sonrió tristemente.

-Sé que ganarme tu perdón es completamente imposible, pero mi único consuelo es que, al menos, y aunque fueran por unos segundos, supe lo que era reír contigo y besar tus labios...

SooRa no dijo nada más y cerró sus ojos, para luego esconder su cabeza bajo las sábanas.

JungKook se levantó y, salió de la habitación.

No quería incomodar más a SooRa de lo que ya hacía.

Sabía que su felicidad duraría muy poco, pero por lo menos ella sí era feliz.

Era consciente de que algo lo estaba comsumiendo poco a poco, y ese algo se encargó de recordárselo esa misma noche, pues, en cuanto su espalda tocó el colchón de su cama, unos fuertes dolores en sus piernas comenzaron a joderle la existencia.

Y está más que claro que esa noche no pudo dormir.

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Llegada la mañana, todos los miembros de la familia real desayunaban sentados a la mesa.

JungKook en la cabecera, SooRa a su lado y la pequeña NaHee del otro.

Al parecer, la niña se había ganado un especial lugar en el corazón de JungKook.

-Mamá, papá...

Ante el llamado de BeomGyu, ambos chicos alzaron la cabeza para verlo.

-¿Creen que hoy podamos dar un paseo por el castillo?-continuó MinKi.

-Es que es muy grande y ayer no pudimos recorrerlo completo-agregó SunHee.

-¿No tienen mucho trabajo que hacer?-preguntó una preocupada Niwa.

-No hay problema por mi parte-sonrió JungKook-. Conozco un par de lugares secretos del castillo que estoy seguro les van a gustar.

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-¡Más rápido, papá!-chillaron contentos, YeonHwa y MinHee, animando a JungKook a seguir corriendo con ellos a sus espaldas.

Sin embargo, los pies del pelinegro fallaron de repente y cayó al suelo, mas fue lo suficientemente rápido como para proteger a ambos niños del impacto.

Sus pies dolían tanto, que inlcuso pensaba que se estaban quemando, pero ignoró esa sensación tan sólo por ver la preocupada mirada de sus quince hijos y, para su sopresea, su esposa también.

-¿Estás bien, papá?-NaHee llegó corriendo hasta él.

JungKook se levantó con MinHee y YeonHwa en brazos, además de NaHee aferrada a su pierna derecha, y, con mucho esfuerzo para ocultar su mueca de dolor, caminó hasta donde estaba SooRa para sentarse a su lado en el césped.

Estaban en uno de los jardines traseros del castillo.

El lugar estaba bastante iluminando a base de velas (como el resto de reino), y la presencia de los cristales habían favorecido la estancia permanente del césped en el suelo.

Los diecisiete estaban vistiendo ropas casuales, pues para jugar no necesitaban estar tan ataviados.

-Responde, papi ¿Estás bien?-inquirió JiMin, apoyándose en el muslo de su padre.

JungKook no pudo evitar soltar un gemido de dolor cuando sintió un mayor ardor en su tobillo.

SooRa se tomó el atrevimiento de levantar el pantalón de JungKook en la zona inferior, pegada a sus pantorrillas, y lo que descubrió la hizo abrir sus ojos tal cual redondos platos.

-Parece como si estuvieras quemado, papi-menciona TaeHyung.

Los ojos de los mayores coincidieron, y JungKook negó con la cabeza.

-Olviden eso. Vamos a jugar a ver quién advina la palabra-animó el joven, mostrándose sonriente.

-¿Y cómo se juega a eso?-curioseó HyeJin.

-Uno de ustedes debe hacer gestos haciendo referencia a la palabra que le toque, y los demás debemos adivinarlo-explicó SooRa.

-¡Yo quiero!¡Yo quiero!-se emocionó, JunHwa.

-Yo no soy bueno en eso-niega BeomGyu-. Mejor yo elijo las palabras y ustedes se encargan del resto.

Estaban teniendo una tarde agradable, y SooRa no lo podía negar.

Así como tampoco podía negarse a soltar esas carcajadas al ver a JungKook imitar a un conejo y un ratón.

Al menos un poco de luz en medio de tanta oscuridad.

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No muy lejos, allá en el pueblo, se celebraba una boda.

-¡Qué suerte la tuya, hija mía! Los cristales quisieron regalarte un poco de su luz para tu boda-sonrió su madre, apretando sus cachetes.

SunMi sólo rió. Su madre a veces exageraba.

-Entonces, cariño ¿Cuáles son nuestros planes de Luna de Miel?-un castaño con una peculiar sonrisa muy semejante a la forma de un corazón, se acercó a su esposa.

-Sinceramente, sigo prefiriendo quedarnos en nuestra casa a disfrutar de unos buenos libros-rió la muchacha.

-Lo que mi amada esposa quiera. Sus deseos son órdenes-la abrazó.

La ceremonia de casamiento de Jung HoSeok y Kwon SunMi fue muy simple (a petición de los novios), pero, sin dudas, muy hermosa.

Así es. SunMi encontró el amor nuevamente, y esta vez se sentía afortunada de casarse con alguien de quien verdaderamente estaba enamorada, aunque jamás olvidaría a NamJoon y el amor que sentía por él seguiría intacto.

-Venga, vamos a casa, duquesa Jung.

SunMi rió por la exagerada formalidad con la que, su ahora marido, le hablaba, pero igualmente aceptó su mano y, juntos, se marcharon a su "nidito de amor".

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