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-Recuerda nuestra promesa, NamJoonie-rogó la adolescente.

-Espero volver a verte pronto, Sunie-la abrazó, aún si la mochila en su espalda pesaba demasiado.

NamJoon y SunMi ya cumplían sus dieciocho abriles.

Mientras el chico se alistaba en las filas de la campaña de exploradores, la muchacha comenzaba los entrenamientos para alistarse y convertirse prontamente en una condesa, a la cual debían buscarle un joven con el cual casarse.

SunMi hubiese preferido que ese joven fuera NamJoon.

Él también lo prefería, y se lo había dicho, incluso.

Pero el deber de ayudar al pueblo de Skygall era más grande que el enamoramiento mutuo entre ellos.

-Te voy a extrañar-hizo puchero, colgándose del cuello del chico.

-Yo también, Sunie. No tengas dudas de ello-sonrió de lado.

-¿Me das un último beso?

Su petición lo tomó por sorpresa.

Si bien ya se habían besado una vez, y fue precisamente el día en que se declararon el uno al otro, era imposible ocultar su asombro ante el deseo de SunMi.

-Sun...

-Hazlo antes de que me arrepienta de no haber hablado antes.

Sus corazones eran débiles ante los sentimientos que se adueñaban de sus cuerpos, y por ello, NamJoon no se resistió a tomar la nuca de SunMi y juntar sus labios en un tierno beso.

Sin embargo, no podían evitar que aquel beso supiera a una larga y triste despedida.

-Es jodido que nuestro destino no sea estar juntos-gruñó el muchacho.

-Aún no debemos perder la esperanza, Joonie.

.。.:*✧✧*:.。.

Y mientras una amarga despedida daba lugar en el pueblo, en el palacio, JungKook y SooRa desayunaban sentados a la enorme mesa del comedor.

-¿No seria lindo tener niños correteando de aquí para allá?-comentó JungKook con una sonrisa.

SooRa lo miró seriamente.

-No quiero hijos contigo.

Aquello fue más que una daga encajada en el corrompido corazón de JungKook, y por ello su sonrisa se borró.

-No me refería a lo que sé que estás pensando-negó con la cabeza-. Jamás te forzaré a hacer algo que no quieras...

-Ya lo hiciste. Me obligaste a casarme contigo-a pesar de toda la rabia que sentía, hablaba con rencor y de forma serena.

-Fue SeokJin quien me dejó al mando. Ser rey no estaba en mis planes-cerró sus puños.

-¿Ah, no?-habló con ironía-¿Y qué estaba en tus grandiosos y muy efectivos planes?

-Tenerte-acotó-. Siempre te he amado, y mi pobre corazón se rompió el día en que te casaste con SeokJin.

-¿Pobre corazón?-soltó una sarcástica carcajada-¿Acaso tú, que mataste lenta y tortuosamente a un hombre por beneficio propio, tienes corazón?

Su acusación logró sacarle lágrimas a JungKook.

-Sí lo tengo-acotó nuevamente, tragando duro. Evitaba que su voz flaqueara y que de sus ojos brotaran más lágrimas.

SooRa no pudo soslayar que su pecho se apretara al verlo así.

Pero luego se recordaba a sí misma que JungKook había sido capaz de matar a SeokJin, y enseguida su compasión era sustituida por rencor y temor.

Sin embrago, aquella vez no podía eludir el sentirse mal al saber que había provocado el llanto de una persona.

La pobre reina estaba tan confundida, que su única opción era mantenerse al margen de todo.

-Siempre te gustaron los niños-comentó JungKook, después de haberse calmado, rompiendo el incómodo silencio formado en la mesa-. Por eso quiero que te sientas en plena libertad de adoptar cuantos quieras-sonrió de lado cuando los ojos de SooRa se posaron en los propios-. Sé que no es lo mismo que llevar un bebé en tu vientre, mucho menos que este lleve tu misma sangre, pero no quiero forzarte a que te acuestes conmigo para tener un heredero. Eso no es lo que tu quieres, y yo tampoco.

SooRa, por primera vez en tantos años, le mostraba una sonrisa a JungKook.

No dejaba al descubierto sus dientes, pero algo era algo, y ese factor fue influyente para que una gran sonrisa (completa) se dibujara en la boca del pelinegro.

-¿No te molestarían tantos niños?

-No, SooRa-sonriente, negó con su cabeza, agitando sus azabaches cabellos-. Eres libre de hacer lo que quieras...No soy nadie para impedirte ser feliz...Entre lo que cabe-murmuró la última frase.

SooRa sintió que aquella última fase había salido con arrepentimiento y dolor de la boca de su esposo, pero eliminó rápidamente esos pensamientos, negándose a sentir compasión por el asesino de su ex-marido.

-Sólo...quiero pedirte un favor.

Con un asentimiento, SooRa lo incitó a hablar.

-¿Me dejas tomar tu mano?

El cuerpo de la joven mujer quedó paralizado, mas, aún en medio de su trance, alzó su mano y la extendió sobre la mesa hacia el pelinegro.

El susodicho se levantó de su asiento y se arrodilló a un lado de su dama.

Tomó su mano, y la besó.

-Suaves y delicadas manos-murmuró con admiración, mientras acariciaba con sus dedos la extremidad ajena.

Depositando otro beso sobre esas lindas manos que tanto apreciaba, se levantó y salió del comedor.

SooRa se quedó en trance, mas un fuerte estruendo la hizo volver a la realidad.

Salió por donde mismo JungKook lo había hecho, y con rapidez se acercó al susodicho, quien yacía desmayado en el suelo con unos cuantos trozos de porcelana a su alrededor.

Evidentemente, se había desmayado y aferrado a uno de los jarrones ornamentales.

-¡Ayuda!¡El rey se ha desmayado!

✧*:.。.ϲяγѕταℓѕ.。.:*✧|ᴷ.ᴺ.ᴶ| ~ |ᴶ.ᴶ.ᴷ| #𝟏✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora