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La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pero ¿qué ocurre cuando estos polos son similares? ¿Se repelen, o son capaces de sobreponerse a la fuerza magnética que los aísla por la propi...
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Después de largas horas de mover mis dedos de un lado a otro sobre el mando para tener fracaso tras fracaso, me preparo para ir a la fiesta. Al principio no tenía ganas de cantar, pero después de mucha insistencia decidí que podría ser una buena forma de distracción. Es algo que se me da bien y que me hace bien, por lo tanto es más mi ganancia.
Los chicos me anunciaron de la fiesta hace más de una semana y desde entonces han estado practicando las tres piezas que planearon presentar, intentando persuadirme al mismo tiempo para que cante con ellos hasta que lograron convencerme.
No sé si ellos son una pesadilla con patas, o si yo no tengo fuerza de voluntad para negarme.
Probablemente ambas.
Las piezas por presentar ya las conocía, sin embargo, hemos estado practicando mucho porque la banda es algo que apenas está naciendo y queremos que todo salga perfecto, para que de este modo puedan darse a conocer.
Eso sí, mi última pieza no se las he dejado y tampoco accedí a tocarla esta noche. Esa canción pertenece a alguien y aunque no la he visto desde inicios del mes de diciembre, su ausencia no significa que lo que ella me ha hecho sentir al escribirla deba salir al exterior o expuesta a ser usada por alguien más. Al menos no hasta que tome el valor y se lo haga saber a Arya, ella podrá decidir qué hacer entonces.
Espero aún su regreso y estar entre su vida y sus decisiones de forma positiva.
Por otro lado, he intentado mantenerme al margen de sus presentaciones. Estar en una banda requiere de tiempo y con el instituto y el fútbol casi no tengo mucho, no para tomarlo libre. Sí podría hacer espacio, pero no quiero, y no sé cómo harán ellos ahora que están a meses de terminar el colegio, pero sí sé que estarán a tope de la desesperación cuando menos lo esperen y yo no quiero probar eso todavía.
Solo le pido al universo que les escupa un vocalista cuanto antes, porque yo no seré su víctima por mucho tiempo.
Después de vestirme y colocarme la chaqueta, tomo la guitarra con su funda y me despido de mis padres en la sala. He ido a otras fiestas en estos últimos tres meses y ya no me sorprende que me exijan llegar a casa temprano y sobrio, por lo que casi me veo obligado a no tomar para ser el conductor designado y el niñero de los chicos.
En ocaciones me quejo con razón, porque además de verme forzado a cantar frente a hormonados desconocidos, no puedo ingerir alcohol para hacerme el momento más ameno. Todos argumentan que solo le veo lo negativo a la vida, pero sostengo que no es así.
Esta vez no son simples dramas.
De camino al lugar de la fiesta paso a recoger a Maximiliano y a Eduardo. El primero ya tiene auto y una moto, pero prefiere joderme la vida y además, no perder la oportunidad de embriagarse para dejarme toda la desdicha de verlos insoportables a mí.
