Casi tenía la esperanza de que no me dijera nada cuando, al cabo de unos pocos minutos, se giró hacia mí y me repasó con los ojos.

—Te noto... tenso. Más que de costumbre.

No dije nada.

—¿Qué pasa? Puedes contármelo.

De nuevo, no dije nada... pero esta vez por unos segundos, porque después no pude resistirme. Necesitaba hablarlo con alguien. Ella probablemente lo entendería mejor que nadie. Después de todo, había estado conmigo todo este tiempo.

—Jen ha vuelto —le dije en voz baja—. Es decir... Jennifer.

Vivian entreabrió los labios al instante, perpleja.

—¿Qué? ¿Esa Jennifer? ¿La del guión?

—Sí.

—Mierda. No me extraña que estés así... —hizo una pausa, pensativa—. ¿Y cómo lo sabes? ¿Te ha visitado?

—Está viviendo en mi casa.

Vivian soltó un bufido despectivo.

—No me lo puedo creer —soltó—. ¿Se va por un año y ahora vuelve para meterse en tu casa, como si nada hubiera pasado? Menuda zorra.

Noté que se me crispaba la expresión al instante.

—No hables así de ella.

No sé por qué la estaba defendiendo. Después de todo, desde que había llegado no habíamos hecho otra cosa que discutir, pero... no. Me superaba. No podía oír hablar así de ella.

—¿Por qué la defiendes? —me preguntó Viv, confusa, como si me pudiera leer el pensamiento.

—No lo sé. Pero no la llames así.

—Ross, te abandonó por un año para irse con otro. Fingió que te quería para vivir gratis de tu dinero. ¿Quién sabe qué cosas más te hizo sin que tú lo supieras? Por lo que sé, incluso podría haberte sido infiel con cualquier otro chico. No se merece tu respeto.

Hice un ademán de decir algo —no sé el qué, pero algo—, pero me detuve en seco cuando noté que una punzada de dolor me atravesaba el cráneo. Me llevé una mano a la frente al instante mientras intentaba controlar el coche con la otra.

Por suerte, no fue muy obvio. Vivian ni siquiera se dio cuenta.

Jen se habría dado cuenta.

—¿Qué te asegura que no te fue infiel? —me preguntó ella, ajena a mi dolor de cabeza—. Después de todo... le fue infiel a su novio contigo.

—No le fue infiel. Tenían una relación abierta.

—O eso te dijo, Ross.

Apreté los labios, negando con la cabeza.

—Jen no haría eso —murmuré.

—La Jen que creías que conocías... quizá no. Pero ¿la verdadera Jen? ¿La que te dejó, se fue con otro, te ignoró por un año...? ¿De verdad estás seguro al cien por cien de que no lo haría?

No dije nada. Dios, el dolor de cabeza era casi insoportable, y que Vivian estuviera parloteándome sobre Jen no ayudaba en absoluto.

—Piensa en eso cada vez que sientas que vuelve a acercarse a ti —murmuró Vivian—. Igual solo ha vuelto porque se ha quedado sin dinero.

—Deja de hablar de Jen —le espeté, esta vez cabreado.

—¡Tú me has contado que ha vuelto!

Tres mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora