Capitulo 3

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- Llevo sola mucho tiempo, he aprendido a vivir con ello - contestó cambiando el peso de un pie a otro incómoda -. ¿Hay mucha gente en la subasta?

- El jardín delantero está a rebosar - respondió él. Se quitó el sombrero y se pasó una mano por el espeso y rubio cabello.

Selena alzó la mirada hacia él, y sus ojos se detuvieron sin poder evitarlo en las duras líneas del rostro de Justín, y en los labios esculpidos que había besado con tanta pasión seis años atrás. Había estado perdidamente enamorada de él, pero la noche en que se habían comprometido, su ardor la había asustado. Lo había apartado y aun así el recuerdo de las deliciosas sensaciones que había experimentado hasta ese momento, hasta antes de que el miedo se hiciera tangible, quedó grabado a fuego en su mente. Había deseado ir más lejos de donde habían llegado, pero tenía sus razones para temer aquella intimidad final más que cualquier otra mujer. Sin embargo, Justin nada sabía de aquello, y le había dado demasiada vergüenza explicárselo. Se hizo a un lado para que pasara.

- Si mi compañía no es demasiado desagradable, tal vez te apetezca un poco de té helado.

Justin dudó, pero fue solo un momento.

- Te lo agradecería - murmuró entrando y cerrando despacio tras de sí -. Aquí hace un calor infernal.

La siguió, pero se paró en seco al contemplar la clase de lugar en el que estaba teniendo que vivir. Se puso rígido y estuvo a punto de maldecir en voz alta. Solo había dos habitaciones, en el mal llamado apartamento, y estaban vacías a excepción de un viejo sofá, una silla, una mesita de café y un pequeño televisor. Había también un armario empotrado, donde debía tener guardada la ropa, y en la cocina sola había un modesto refrigerador, y una hornilla. La sola idea de imaginarla viviendo allí, cuando estaba acostumbrada a sirvientes, a batas de seda, a servicios de plata v muebles antiguos...- Dios... -murmuró.

Al escuchar el tono de lástima en su voz la espalda de Selena se tensó, pero no se dio la vuelta.

- No necesito tu compasión - le dijo con aspereza -. No es culpa mía ni de Tyler que hayamos perdido la heredad, sino de nuestro padre. Además, puedo abrirme camino en el mundo por mí misma.

- Sí, pero no tendría que ser de este modo, maldita sea - masculló Justin arrojando furioso el sombrero sobre la mesita. Le quitó de las manos la jarra de té helado, depositándola también con violencia en la mesa y la agarró por las muñecas -. No puedo hacerme a un lado y mirar cómo tratas de sobrevivir en esta ratonera. ¡Barry Holman y su maldita caridad!

Selena se había quedado como en estado de shock, no tanto por lo que le estaba diciendo, sino por lo alterado que se había puesto de repente.

- No es una ratonera - balbució.

- Comparándolo con el estilo de vida al que estás acostumbrada sí lo es -repuso él. Dejó escapar un suspiro exasperado -. Puedes quedarte conmigo hasta que puedas permitirte algo digno.

- ¿Con... contigo? - repitió ella poniéndose roja como una amapola -, ¿en tu casa... sola contigo?

- En mi casa - recalcó él alzando la barbilla -, «no» en mi cama. No tendrás que pagarme un alquiler, y tengo presente que no te gusta que te toque.

A Selena le dolió la hiriente mordacidad de sus palabras, pero no podía mirarlo a los ojos ni negar aquella última afirmación sin embarazo para ambos. De todos modos, ya no importaba, hacía demasiado tiempo de aquello. Así que, en vez de buscar su mirada, se quedó mirando su blanca camisa, y la espesa masa de vello que se adivinaba a través de la tela. Una vez había tocado esa parte de su cuerpo, la noche en que se prometieron. Justin se había desabrochado botón tras botón, dándole acceso, permitiendo que lo acariciara como quisiera. Y luego había empezado a besarla como si no fuera a haber un mañana, y Selena no puedo evitar asustarse cuando él trató de ir más lejos.

Hasta aquella noche, Justin jamás había intentado tocarla de un modo íntimo, y se habían limitado a intercambiar breves besos inocentes. Al principio esa actitud la había dejado un poco perpleja, y había despertado su curiosidad, porque estaba segura de que tenía mucha experiencia en ese terreno. Claro se había dicho, tal vez el problema radicaba en la diferencia de estatus entre ambos. Por aquella época, Justin apenas sí podía clasificarse dentro de la clase media mientras que su familia era rica. Eso a ella no le había importado, pero podía imaginar que quizás si lo intimidase un poco, y lo que era peor, esa sensación de inferioridad seguramente se habría tornado en odio cuando, ante la insistencia de su padre, se vio forzada a romper el compromiso.

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Hola hoy le dejare una maratón,

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Justin..... Un vengador Enamorado ~jelena~(adaptada)Where stories live. Discover now