4. Soy un lobo, no tu presa

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Min-Jun también estaba, por lo que sabía, todos los líderes podían llevar un acompañante pero no era obligación, Gael ciertamente no lo había traído. Aún recordaba lo que me había dicho aquel día en el bosque, más que su ostracismo hacia otros lobos, su confesión. Yo estaba un poco detrás de Themis así que lo miré a la distancia, había crecido, esta vez vestía como su líder, solo pantalones y arriba nada más, su piel clara estaba expuesta, mostraba una cicatriz que atravesaba su pecho y me imaginé que de seguro había otras que no veía por la distancia. Su rostro parecía estar buscando algo y me imaginé que ese algo era yo, se notaba fuerte, a pesar de que su musculatura no era exagerada sí estaba bien marcado y su rostro parecía el de algún artista coreano famoso, sus facciones se habían definido bien, se había puesto muy guapo, pero seguía buscando así que traté de mantenerme algo atrás en la manada y mis hermanos ayudaron.

La tía Dalia caminó en frente como la vez pasada.

―Bienvenidos tú y los tuyos, Dalia ―recordaba a Gael, el líder del Clan de guardia de la montaña. Nos acercamos, noté que Zhirayr escrudiñaba nuestro grupo, Ignis observaba más a su abuelo que a nosotros, más interesado en lo que hacía su líder.

―Como siempre, es un placer ―tía Dalia iba acompañada de Abu, el tío Cris y la tía Merel, como la vez pasada, solo que esta vez el tío Nate estaba tras de ella, con Azure y Celeste, ambos eran pelirrojos como el tío Nate (ninguno había heredado el color de piel de ella), y el pequeño Azure tenía el cabello corto y los ojos verdes, la pequeña Celeste el cabello largo y los ojos castaños. A sus siete años miraban impresionados a su mamá. Avanzamos un poco y el ángulo permitió a Min-Jun verme.

―Rhea ―llamó mi nombre, aunque sonó como cuando dices el nombre de alguien solo porque lo has estado buscando y al fin lo encuentras, su voz, sin embargo, se escuchó clara y por instinto mis hermanos voltearon a mirarme dejándome a la vista, mis ojos se encontraron con los de Min-Jun y los suyos se abrieron repletos de pasmo. Me sorprendió un poco encontrar su mirada de frente, lo suficiente como para que el escalofrío de los ojos de Zhirayr acechándome tardara en llegar.

―Vaya, vaya, Rhea es un omega ―de pronto los líderes, sus acompañantes, todos se voltearon hacia mí, crucé mirada por un instante con Ignis, con su abuelo, vi la sonrisa fascinada y terrorífica de Zhirayr observarme, una sonrisa ladeada que enseñaba los colmillos como gritando «esta es mi presa». Pero entonces Len y los gemelos se pararon frente a mí haciendo una barrera, una muralla de carne y colmillos insoldable.

―Estamos cansados, queremos marcharnos a alistar todo para esta noche ―la voz de tía Dalia sonó inquebrantable, yo podía escuchar el corazón palpitando en mis oídos. Pero nadie protestó, hicieron el saludo de la vez anterior y mis padres nos apuraron a un vehículo, esta vez conducía papá con dada a su lado y nosotros nos apretujamos atrás, ocupábamos más espacio que antes... al final Themis me subió sobre sus piernas, solo porque Len era más alta y pesaba más. Normalmente esto habría traído bromas pero todos iban mortalmente serios en el auto, descansé la cabeza en el hombro de mi hermano, Atlas me miró entonces, sus labios estaban apretados.

―¿Por qué te llamó el chino ese por tu nombre? ―me sorprendió la pregunta.

―Coreano ―corregí sin pensarlo, de forma automática, no quería hablar de nuestro encuentro, pero una vez que alguien había roto el silencio no tenían intención de dejar que volviera a formarse.

―Lo que sea ¿no tuvo que rescatarte de él Mars? ―Len tenía fruncidas sus oscuras cejas― te llamó con mucha familiaridad.

―Nos vimos hace unos años ―confesé mirando por la ventana para esquivar las expresiones de sorpresa, papá casi frena, dada se volteó en su asiento.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now