Closer

10.7K 1.1K 176
                                    

¿Hace cuánto que no hacía un cap madrugador? Bueno, no tenía sueño y pensé: escribo. Así que acá estoy, escribiendo. Y nada. Les dejo el cap. ya me dirán. Tengan un lindo jueves, yo supongo que me voy a dormir, son muy las cinco de la mañana xD

Capítulo XIII:

                                                             Closer

Ok, cerebro es momento de que comiences a formular una respuesta racional a partir de… ¡ya!

—¿Ah? —¡Demonios, cerebro! Pon atención, esto no es un jodido simulacro.

Sentí como Cameron me apartaba un resquicio para observar directo a mis ojos, había un brillo de expectación en los suyos como si supiera que estaba apunto de salir corriendo como una niña asustada. Pero no podía hacer eso, primero porque no era de las que corría frente a un reto—piensen lo que piensen—, segundo porque ese hombre terminaría invalidándose a sí mismo esperando por mí y tercero…bueno, a decir verdad no había tercero. La simple idea de que Cam terminara por cansarse de esperar una respuesta por mi parte era suficiente como para sacar la mierda de mi cabeza y ponerme a trabajar. «Te gusta ese hombre, Marín» Independientemente de lo que hubiese pasado entre él y Claudia, yo quería demostrarle que había acertado al decirle a ella que no. Y para eso, sólo debía dejar de pensar. Es decir, cuando acabas de conocer a alguien no le haces un interrogatorio de sus romances pasados, sólo te lanzas a ello.

Igual, por muy bonita y romántica que sonara la idea del sexo casual con mi extraño compañero de café, ¿dónde diablos se suponía que era el “por qué no aquí”?

—¿Segundos pensamientos? —inquirió, al ver que me había petrificado cual monja atrapada con el hábito sin cerrar. Me obligué a pestañar con fuerza, intentando evocar a la Marín sucia que había sabido disfrutar de sus dedos en una tarde de fiebre y delirios.

Yo podía con esto, yo jodidamente podía con esto. Iba a ser más sucia que prostituta en una orgía.

—No —respondí esbozando una sonrisa relajada—. Sólo pensaba que “aquí” puede verse muy genérico.

Él enarcó las cejas de forma curiosa, acercándome lo suficiente para aspirar profundamente junto a mi oído como si estuviese embriagándose con mi aroma. ¿Cómo era capaz de verse tan caliente sólo respirando? W-A-U creo que alguien más estaba evocando a su prostituto interno. No, mejor tachen eso, no me gusta pensar en él de ese modo.

—Sígueme. —Sin darme tiempo a responder, tomó mi mano y comenzó a jalarme en una dirección desconocida para mí. Claro, como si alguna dirección de ese lugar me fuera conocida.

—¿A dónde vamos? —pregunté, tal y como lo haría cualquier chica que se precie de ser recatada. Cameron se volvió lo suficiente para darme otras de sus sonrisas oscuras que sugerían más de una cosa mala y… madre mía, ¡bragas esperen a que lleguemos a destino!

Por un momento me alarmó caminar muy aprisa, porque entre esa mirada, su falta de respuesta y la continúa sensación de saber que haríamos algo para adultos en algún lugar de esa isla, estaba por aflojar los amarres de mi ropa interior sin aguardar el consentimiento.

Él hizo una pausa en una esquina, mostrándose por primera vez vacilante. Echó una mirada a ambos lados de la calle, al parecer tratando de forzar el recorrido que había hecho para llegar y tras calibrarlo unos minutos, volvió a jalarme por detrás de su persona. Me sentía como una niña pequeña siendo llevada al dentista por sorpresa, algo como: ven, Marín, te vas a divertir… y luego, ¡bam! Dos caries y cero azúcar por el resto del mes.  

Lo que aprendí de Cameron Brüner. (Bitácora 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora