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SOLO FALTABA UNOS CUANTOS MESES PARA CULMINAR CON EL ENTRENAMIENTO. Urokodaki quien te había enseñado todo este tiempo tomo la decisión de que aquellas ultimas semanas entrenaras con alguien de su total confianza.
— ¿Cree que le agrade? – preguntaste nerviosa al oír como era la actitud de aquel chico, quien era una de los antiguos estudiantes de tu maestro.
— Claro que sí, no te preocupes.
Al escuchar un golpeteo en la puerta principal el mayor se fue abrir, tu te quedaste en el pasillo esperando el llamado de tu maestro.
— Ella es Hayashi ____ – al escuchar tu nombre te acercaste a su costado y diste un reverencia a la persona delante de ustedes – ____, él es Tomioka Giyu.
— Es un gusto conocerlo – hablaste, pero él ni siquiera respondió.
— Bueno, ¿¡Quien tiene hambre¡? – hablo el mayor rompiendo aquel ambiente de incomodidad.
Mirabas por ratos a Tomioka mientras hablaba con Urokodaki sobre su ascenso como pilar, no era de sorprenderse pues tu maestro te había informado que su sucesor era alguien muy hábil así que no le cabía ni una duda de que el obtuviera aquel gran puesto.
Acabaron, y aun sentáis cierta incomodidad así que te paraste y dijiste a Urokodaki que saldrías a entrenar mientras el pasaba un tiempo con el ahora pilar d el agua. El asintió y te dirigiste hacia la salida sintiendo una mirada fija en ti suponiendo de quien era.
— Eres buena – escuchar su voz te detuvo, te quedaste quieta sin decir nada preguntándote en qué momento había llegado y cuanto había observado de tu entrenamiento – perdón por haberte interrumpido, pero Urokodaki-san me dijo si podía ayudarte a entrenar.
— ¿En verdad, quieres ayudarme? – preguntaste con duda, pues no querías que aquello fuera una obligación sino porque él quería.
— Claro que si – afirmo con su voz neutra – Urokodaki me ha estado hablando de ti por las cartas que intercambiamos-
"Un momento, Urokodaki le había hablado sobre mi" no sabias como sentirte con eso, halagada o nerviosa, parecía que la segunda opción era lo que sentías ahora.
— Supongo que no sabias sobre ello, así que si te incomoda estar conmigo puedo retirarme...
— ¡NO! – hablaste rápidamente que parecía más un grito – seria un verdadero honor que un espadachín como usted me entrenara – hablaste de manera más calmada – perdón si mi pregunta anterior lo tomo como un rechazo, pero pensé que yo era la que no le agradaba. así que no quería que usted estuviera obligado a enseñarme si no estaba cómodo.
