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Veía escondido como mi papi hablaba con aquel señor. Al parecer ahora viviríamos aquí, porque habíamos traído tooodas las cosas de nuestra casa a este nuevo lugar.

Era una casa enorme, la más grande que yo había visto en mi vida y tenía un gran patio, también había mucha gente, lo cual era genial, porque habían muchos niños para poder jugar y, ¡eso me tenía muuuy emocionado!

—Jung Kook, acércate —me llamó mi padre.

—Mi Rey, él es mi primogénito menor, Jeon Jung Kook.

—Hola Jung Kook, mucho gusto.

—Hola Señor —saludé al rey con una gran reverencia.

—Vaya, que muchachito tan educado, ¿qué edad tienes Jung Kook?

—Tengo 10 años Señor.

—¡Wow! Te ves un chiquillo muy fuerte para tu edad, creo que eres la persona idónea para cuidar a mi Jiminnie...

—¿Quién es él Señor?

—Ji Min es mi mayor tesoro, es mi hijo menor... ¿Prometes que lo cuidaras?

—Lo cuidaré con mi vida Señor, lo prometo.

El Rey comenzó a reír ante mi respuesta, se notaba un caballero amable. No entendía muy bien que hacíamos aquí, pero había escuchado a mamá decir que papá sería el nuevo general a cargo de las tropas del Rey, por lo que supongo que ahora era alguien importante.

Por el honor de mi familia tendría que proteger a ese tal Ji Min, debía hacer que mi padre se sintiera orgulloso de mi. Mis dos hermanos mayores Jeon Min Ho y Jeon Tae Min ya pertenecían al ejército. Mientras que mi hermana Jeon Seul Gi (que era unos años mayor que yo) ayudaba en todo a mamá.

Así que yo tendría que cuidar al hijo menor del Rey, seguro era un bebé o algo así; genial, ahora tendría que hacerlas de niñero y yo ¡Odiaba a los bebes!

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Habían pasado casi dos semanas desde que habíamos llegado al palacio con mi familia. Yo estaba más que feliz, porque había varios niños y podía jugar, pero no todo podía ser perfecto, porque hoy mamá me dijo que mañana comenzaría a tomar clases particulares con el tal Ji Min y otros tres niños.

Por lo que tenía entendido iría con el hijo del Coronel Kim y dos hijos más del Rey Park (a parte del príncipe Ji Min). Por suerte a Kim ya lo conocía, Tae Hyung me caía bien y de hecho éramos buenos amigos, pero a los hijos del Rey nunca se les veía por el palacio.

Esa mañana mamá me despertó más temprano de lo normal y me vistió con mi mejor ropa, luego de alimentarme me acompaño a un gran salón, que se encontraba dentro del palacio. Cuando llegamos ya había tres niños sentados, que al parecer se encontraban bastante concentrados leyendo.

Mamá me dejó en la puerta y me indicó que entrara, le eché un rápido vistazo al salón y vi un espacio desocupado al lado del niño que se veía más pequeño, al parecer Tae aún no llegaba. Me acerqué al lugar vacío lo más en silencio posible, cuando llegué a mi asiento, miré de reojo a aquel pequeño chico de mejillas regordetas. Se veía muy serio leyendo aquel libro, por lo que simplemente me limité a mirar por la ventana hasta que llegara el profesor.

—Pss... Pss... ¡Oye niño! —me giré para mirar y vi como aquel chico castaño me miraba con sus pequeños ojos color miel.

Me señalé con un dedo, solo para asegurarme de que me hablaba a mí, lo cual era estúpido... porque no había nadie a parte de mí en aquel lado de la habitación. El niño asintió a manera de afirmación, regalándome una tierna sonrisa

Three LivesWhere stories live. Discover now