21. No es mi chica

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Todavía se lo agradezco.

Hoy al ser sábado he quedado con los chicos temprano para probar la nueva canción que ahora se me está haciendo adictiva. James me la ha pedido para su banda que está decidido a formar, pero esa pieza ya tiene dueña, y por lo tanto, no pasará a posesión de nadie más.

Antes de salir de la habitación, tomo la libreta de canciones que he dejado sobre el escritorio, ya que los chicos no conocen bien la letra y los acordes, y bajo al primer piso, donde se encuentran mi madre y mi hermana viendo sus recurrentes películas de princesas.

—¡Liam! —exclama Ann, que se levanta y corre a mi ubicación hasta el pie de la escalera cuando me ve aparecer, luego rodea mis piernas con sus pequeños brazos.

—¡Saltamontes! —saludo con la misma emoción, ella se separa para verme a la cara.

—¿Hoy puedes ver las películas conmigo? —pregunta, exhibiendo ese puchero tierno a la vez que me muestra sus brillantes ojos cafés.

Con todo el dolor de mi alma, niego con la cabeza.

—Voy a hacer algo importante ahora —le explico, pero su semblante cambia haciéndome sentir miserable. Me pongo en cuclillas para llegar a su altura y susurro bajo la atenciosa mirada de nuestra madre—: Es un secreto que te contaré después, pero te prometo que esta noche veremos esas divertidas películas en mi habitación comiendo mucho dulce sin que nuestros padres se enteren. —Ann muestra una sonrisa que deja ver sus pequeños e incompletos dientes y asiente, para luego lanzarse a mis brazos, complacida con mis planes a futuro—. Te amo.

—También te amo.

—¿No van a decirme qué traman? —pregunta Anna, sonriendo en complicidad.

Mi hermana y yo nos vemos a la cara, ella sonríe burlona y luego vuelve a su lugar, feliz y sintiéndose importante porque guarda un secreto por ambos. Sé que no puedo confiar en nadie más como lo haría con ella.

—Es un secreto, mami. ¿Verdad, hermano? —señala ella, risueña.

Confirmo guiñándole.

—Claro, mamá. Un secreto muy secretoso.
—Anna ríe y niega con la cabeza para volver a la pantalla, mientras yo me siento a su lado y rodeo sus hombros con mi brazo.

—¿Vienes a comer? —me pregunta, con ese tono serio que usa cuando se trata de mi bienestar.

Si es por ella, estaría todo el día comiendo.

—No creo, madre. Hemos estado trabajando duro con la música de James —miento.

Ella vuelve a mirarme con recelo y asiente poco convencida.

—Espero que no pase mucho más tiempo para que me muestres esa canción.

—La próxima semana la conocerás —aseguro, ella vuelve a sonreír. Beso su mejilla y me despido.

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Canela ©Where stories live. Discover now