Capítulo II

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Capítulo 2. Incómodo.

Esas semanas habían sido casi como un sueño para ella. A pesar de que el primer día fue toda una decepción, a partir de ahí solo pudo disfrutar su estancia en las montañas. Los días se pasaban rápido, iban a pescar y en la tranquilidad del ambiente se comían a besos, exploraban los alrededores de la cabaña, muchas veces podían encontrar pequeños animalitos; comían comida casera y fresca en un restaurante cercano, por las noches hacían fogatas y luego, antes de dormir, volvían a su nidito de amor.

Pero a pesar de eso, Blossom siempre sentía algo vacío en todo aquello. ¿De qué le servía si al volver del viaje todo iba a ser como antes? No vería a Dexter casi nunca y, aunque siempre la llenaba de amor, volvería a su vida aburrida y monótona. Ella lo quería y lo atesoraba, pero sentía sus años de juventud perdidos, metida en casa y ahora más sola que nunca, por que viviría con él y él prácticamente vivía en ese laboratorio. Para ella, su vida de superheroína acabó en el mismo momento que Dexter entró en su mundo y ya no volvió a usar sus poderes ni sentir la libertad de volar por el cielo.

Después de todo, ser una chica normal no era tan genial como pensaba cuando era solo una niña de cinco años.

*

Al acabar su luna de miel en dos semanas, los recién casados volvieron muy de madrugada a la ciudad, pasaron a recoger a su hijo a la casa de su padre y sus hermanas y directamente fueron al departamento que Dexter tenía alquilado.

—Esta bien querida, cierra los ojos porque te voy a dar una sorpresita. — dijo mientras aceleraba un poco el coche, ansioso por llegar a su nuevo hogar.

—¿Una sorpresa? Eso es muy raro viniendo de ti. — contestó la pelirroja bastante sorprendida.

—¡Oye! ¿Qué quieres decir con eso?

—Nada nada, no te molestes. —rio suavemente y seguido cerró los ojos— está bien, espero que, para ser tu primera sorpresa, sea algo agradable.

—No te preocupes, te va a encantar. —Dexter aparcó y bajó del auto. Blossom ya se imaginaba que iba a ser, pero prefirió no decir nada. —Esta bien, toma mi mano y sígueme. —así ella, tomando a su hijo en su pecho, salió del coche y ambos entraron al edificio, subieron por un ascensor y al llegar hasta la planta donde estaba su apartamento, Dexter se apresuró a abrir la puerta.

—Vamos Dexter ¿Puedo abrir los ojos ya? — preguntó anhelando ver como era su nueva casa. Así el chico le dijo que sí y al despegar los parpados, miró hacia todos lados curiosa cuando entraba dentro de la casa. —¡Dexter, es mas bonita de lo que imaginé!

Blossom era amante de lo minimalista, era algo fresco, limpio y ordenado y al parecer Dexter le había leído el pensamiento una vez más. Recorrió todo el piso junto a su esposo y estaba maravillada, lo que más le gustó fue su habitación, con un gran ventanal, un baño propio y un escritorio ya decorado con fotos de ellos. Se giró hacia su marido y lo besó con suavidad.

—Gracias Dexter, este será nuestro hogar perfecto. — le dijo sonriendo genuinamente. Sin esperárselo el comenzó a bajar sus labios por su cuello provocándole escalofríos.

—Aprovechemos y estrenémoslo debidamente. — habló el pelirrojo casi sin pensar. Blossom se separó de el para dejar al niño en la cuna que ya estaba preparada al lado de la cama y se lanzó a su boca.

—Es una idea genial, no me esperaba menos de ti. — le susurró sobre sus labios antes de volver a besarlo.

Se dejaron caer sobre la mullida cama, Blossom disfrutaba de sus besos en el cuello, siempre sentía cosquillas por ese lugar, era tan agradable cuando dejaba un pequeño rastro de saliva... Dexter pasó sus manos por debajo de la camisa de la pelirroja y acarició con la yema de sus dedos el abdomen de la chica, provocando que se estremeciera mientras volvía a sus labios. Entonces desabrochó uno por uno los botones mientras él bajaba dando picos por su pecho por cada botón que quitaba. Blossom se dejaba hacer, pero cada vez el calor inundaba más su cuerpo y tuvo que volver a tomar la cara del chico para besarlo de una manera más intensa. Él se quitó la camiseta de un movimiento rápido e hizo lo mismo con la de ella, y comenzó a masajear sus pechos por encima del sostén. Estaba por desabrochar su pantalón a petición de su insistente esposa...

Rojo cual pecado (Blossick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora