II: Marygold

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Abrió los ojos, ojos café...que indiscutiblemente había heredado de su desconocido padre. No quería levantarse, pero tenía qué. A pesar del invierno tener que ir al colegio le parecía sumamente injusto.

Se levantó y miró hacía la ventana. Por suerte su cama, de las 18 que había en ese gran salón, daba justo a la ventana. Estaba nevando con mucha intensidad. Suspiró y fue a enlistarse.

Siempre el viejo uniforme, heredado de una niña que quizás se tuvo que marchar porque nadie la adoptó. Y ese era su caso. Era un poco triste el hecho de que toda su vida la vivió allí, en ese orfanato. No se quejaba demasiado, tenía muchas amigas, que podían contar como hermanas. Muchas... pero no alcanzaban a una familia, no era lo mismo y lo sentía.

Marygold era ya una señorita de 16 años, llegó a ese orfanato a los 9 años, después de que su abuela, muy enferma, muriera de cáncer. Prácticamente ella cuidaba más a su abuela, que su abuela a ella y su muerte la marcó profundamente. Era lo único que había conocido del concepto de familia.

Caminó por el largo pasillo del segundo piso, pensando muy lejos, viajando en su imaginación. Sonreía de cuando en cuando pensando en una familia, un perro, un gato y un novio perfecto. Se había estado fijando en algunos muchachos del colegio, pero ninguno pasaba más allá de gustarle con los ojos. Claro, como ella era una chica impulsiva, (de una voz extraordinariamente chillona, por cierto) no dudaba en acercarse a algunos y tirarles saludos. Siempre terminaba obteniendo amigos, ninguno justificaba el puesto de novio y claro...a las chicas, por ese hecho mucho no les agradaba.

Bajó las escaleras, lentamente, totalmente pérdida en su imaginación, cuando tropezó con una chica que subía apresurada las escaleras.

Francesca, aturdida miró a Marygold, que estaba en el mismo estado que ella, y antes de siquiera poder enojarse, porque sabía que su amiga era muy distraída y la culpa obviamente era suya, recordó el por qué estaba allí. Que de todos modos era muy importante.

- Marygold! No te lo vas a creer, una señora adinerada está en el orfanato. Dicen que viene a adoptar- Francesca, muy emocionada

- Francesca, en serio caerás en esas ilusiones? Las personas adoptan niños, no adolescentes emocionados por ir de shopping a París- sin darle hilo a lo que su amiga le decía. Continuó bajando las escaleras con emoción de perderse en sus pensamientos pero...

- ¡Vamos, he oído que la señora viene por una joven! De 16 años ¡esa es mi edad!

- Hay como 20 chicas de 16 años aquí, Francesca. Aprendí a no ilusionarme con estas cosas.

- Pero Mary, ¡eres la chica más fantasiosa que conozco! Estás mintiendo vilmente, sabes que en el fondo te emociona la idea- siguiendo el ritmo lento de su amiga

- Si, podría ser una traficante de órganos, estar involucrada en una red de prostitución, buscando nuevas víctimas, cosas así. Sé realista, una anciana multimillonaria no llega a un orfanato queriendo adoptar a una adolescente...

Ni bien terminó de decir esto, al final del escalón se topó con la tan mencionada señora. Efectivamente se veía que tenía dinero... vestía muy decentemente. Hasta podía hacer un chiste con su atuendo

- ¿Acaso le pidió ropa prestaba a la reina Isabel?- Se divirtió con su propio pensamiento.

- Marygold – dijo la señora, muy emocionada. Podría decirse, hasta conmovida

- ¿Qué? – no sabía si realmente había escuchado su nombre. Hasta donde sabía siempre había tenido que presentarse educadamente ante las personas, es decir, matrimonios que buscaban fervientemente un retoño en casa ya que no podían tener los propios, para que sepan su nombre. No entendía cuál era su propia relevancia para una mujer como esa.

BuitresWhere stories live. Discover now