Prólogo

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Las noches en invierno son bastante heladas. Se puede hasta considerar que hasta estás noches eran más cálidas que las cenas familiares en la casa Siderov. El silencio era tan profundo que hasta el ruido de los cubiertos incomodaba a esas alturas.

Bernard, el primogénito, contempló una vez más el inmenso jardín que su madre cuidaba con mucho entusiasmo a pesar de tener jardineros que se encarguen de ello.

Llevaba puesto un abrigo de piel muy grueso del color de la madera seca, una ushanka negra y unos guantes también negros.

Más largas que las noches de invierno eran los sermones de su padre acerca de las elecciones que debía tomar para el curso de su vida, o mejor dicho de su familia... para mantener el prestigio.

A Bernard, un joven de 25 años, no le interesaba realmente dirigir la empresa de automóviles de su padre, o meterse en la industria del carbón, que era muy fructífera en el país.

Su pasión real siempre fue el arte, dibujar y pintar era lo que más disfrutaba. Pero estaba claro que no tendría ninguna oportunidad de tomar otro camino que no fuera el que señalara su padre para él.

Siguió moviéndose como en un tablero de ajedrez. Cada paso que daba era manejado por su padre; estaba acostumbrado y no le importaba mucho hasta que la conoció.

Cualquiera que se haya enamorado sabe que cuando uno está bajo los efectos de tal sentimiento, tiende a hacer tonterías. A veces pequeñas y bochornosas. A veces grandes tonterías que no sólo marcan la vida de los mismos que viven el sentimiento. Sino de las personas que te rodean.

Las noches de invierno eran heladas. Pero no tanto como las miradas que se cruzaban en esa cena. Con la cortesía a punta de lengua, y entre ojos sólo ambición.

Todos esperaban que uno de ellos cometa un error. O darle algún tipo de empujón para asegurar el cofre del tesoro. La matriarca de la familia sólo podía inhalar el frío y exhalar tristeza mirando a sus tres pequeños hijos, que ya no eran pequeños y mucho menos inocentes.

El señor Siderov, tomó con desconfianza tal vez ni un sorbo, tal vez una gota de vino y miró a su "preciada" familia para sonreír. Sus tres hijos respondieron de la misma manera.

Bernard, que apenas se había sentado a comer miró a Sasha, su hermana menor por 2 años. En su sonrisa sintió la traición.

Era justo como lo espero. El pequeño Fyodor miró a sus hermanos, no entendía qué era lo que sucedía con exactitud y tampoco creía estar interesado en ello. Se retiró de la mesa haciendo la debida reverencia al patriarca de la familia para ir a jugar a casa de su amigo.

Bernard respiró profundamente, se sentía encadenado a ese lugar. Se sentiría así por mucho más. Mucho más tiempo...

Bernard Siderov (Chris Evans)

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Bernard Siderov (Chris Evans)

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