XXIII

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Pov Hugo.

Sábado.

- Que estés aquí sentado no hará que ella llegué antes. Lo sabes ¿Verdad?

Samantha habló sentándose a mi lado, yo estaba en los bancos de la entrada impaciente porque ella llegara.

Eran casi las diez y Anaju todavía no había regresado de su ensayo en plato. Ella y Flavio eran los únicos que faltaban y quizás por ello éramos Sam y yo los únicos que estaban esperando su llegada.

- No actúes como si fuera el único ansioso por ver a alguien. - rebatí haciéndola reír.
-¿Por qué estaría ansiosa? No es nuestra última noche.

De nuevo Samantha pecaba de sincera, haciendo que mi boca se abriera tras la puñalada. Ella tardó dos segundos en empezar a disculparse.

- Perdón. - dijo mordiéndose los labios para evitar volver a cagarla. - pero es verdad. - terminó diciendo provocando mis carcajadas.

Mientras reíamos la puerta por fin se abrió y Anaju y Flavio entraron a la academia. Sin perder más tiempo me acerqué a ella abrazándola con fuerza. Me había vuelto loco al pasar un par de horas sin ella, ¿Cómo se suponía que aguantaría semanas?

- Menos mal que has llegado, el niño se estaba volviendo loco. - Sam se burló de mí pero decidí ignorarla, no iba a perder más tiempo.
- Ven. - dije tirando de Anaju hacia algún otro lugar donde no hubiera nadie.
- Déjame ir a dejar mis cosas. - ella se quejó pero no dejé que deshiciera nuestro agarre.
- No, no tenemos tiempo.

Cruzamos la puerta de vidrio y tras un breve vistazo suspiré tranquilo al ver que mis compañeros habían decidido hacerme caso.

Las salas de ensayo estaban vacíos, igual que la noche del 29 de febrero, éramos los únicos en el lugar.

Decidí llevarla al box de Laura, el mismo lugar donde aquella noche comenzó. Quería volver a organizar una fiesta clandestina para ella, quería que nuestra última noche fuera una fiesta.

Pero primero necesitaba enseñarle algo, un pequeño regalo, el motivo por el cual no participé en la última clase de composición. Ella tenía que ser la primera en escuchar mi nueva canción.

- ¿Donde están todos? - preguntó un tanto confusa.
- No importa. - contesté ansioso. Esta noche parecía un huracán, un torbellino de energía.
- ¿Los has enviado a dormir? - preguntó frunciendo el ceño.
- No - dije una mentira a medias. - solo les he pedido que permanecieran en el salón o en el comedor.
- ¿Por qué?
- Porqué esta es nuestra última noche. - dije intentando ignorar el pinchazo que esas palabras causaron a mis tripas.
- ¿Y que tienes en mente?
- Siéntate y verás. - dije ofreciéndole un pequeño espacio a mi lado en la banca del piano.

Sabía que lo estaba haciendo realmente mal, pero había puesto mi mayor esfuerzo en conseguir sacar un par de acordes en piano para enseñarle mi nueva composición.

- ¿Qué estás tocando? - preguntó al ser incapaz de reconocer la melodia.
- Mi nueva canción. - contesté volviendo a tocar los mismos acordes.
-¿Con el piano? ¿Desde cuando compones a piano? - ella seguía sin poder entenderlo.
- Desde que te conocí y me enseñaste a tocar.
- No te enseñé a tocar... - se quejó como ya había echo meses atrás.
- Ya estas otra vez quitándote valor - dije provocando que ella reposa su cabeza en mi hombro. - ahora calla un rato y escucha.

"Me muero
Al pensar que algún día este sueño
Llegue hasta el fondo del suelo
Y no recordemos nada, de este tiempo"

Mientras comenzaba a cantar las luces fueron apagándose, de nuevo recordándonos a ambos que aquello ya lo habíamos vivido,pero esta vez era solo yo quien cantaba.

"Me muero
Como aquel soldadito de hierro
Que aguanta de pie en la batalla
Con miedo, temblando, dispara"

Anaju iluminó la estancia con la luz de su teléfono y abandonó su lugar a mi lado. Deje de cantar desconcertado pero ella cogió el taburete para colocarse frente a mí.

- No quiero perderme ni un solo detalle de tu rostro mientras cantas.

"Y no quiero despedirme de estos años
Que no, no voy a dejarte de la mano

Voy a robarle
Todo el tiempo que pueda al amor
Despertarme y que estés a mi lado
Y el sol pinte nuestra habitación

Voy a robarle
Todo el tiempo que pueda al amor
Y algún día poder explicate
El porque de esta canción"

Levanté la mirada del teclado al escucharla suspirar.Ella estaba emocionada, pero con la sonrisa más sincera que jamás había visto iluminando su rostro.

"Me muero
Al pensar que algún día estés lejos
Y no pueda contarte mis miedos
No quiero echarte de menos"

El silencio se creó entre nosotros tras tocar el último acorde. Nos miramos fijamente intentando entender cómo habíamos llegado a esto. En qué momento habíamos terminado cayendo tan fuerte el uno por el otro, intentado entender en qué momento el amor nos venció.

- Creo que nunca serás capaz de entender cuanto te quiero. - al final fue Anaju la primera en hablar mientras las primeras lágrimas empezaban a abandonar sus ojos.
- Puedo hacerme una idea. - dije poniéndome de pie para acercarme a ella y empezar a jugar con nuestras manos. - yo te quiero igual o incluso más.

Quise besarla pero ella terminó corriendo la cara en el último segundo para que mi beso destinado a sus labios terminará en su mejilla.

Acababa de decirme que me quería, acababa de cantarle una canción y ella seguía creyendo que era necesario evitar besarnos en público, a pesar de que las luces ya estaban apagadas.

- Bueno vamos a olvidar la melancolía. La noche no termina aquí.
- ¿No? - preguntó intentando frenar su llanto.
- Vamos.

Nuestra siguiente parada fue el comedor, allí volvimos a hacernos unos chupitos de limón y sal para terminar bailando de nueva en la sala grande.

Esta vez nadie nos interrumpió, esta vez la noche terminó con una nueva canción. Una que el 29 de febrero todavía no existía. Los dos terminamos bailando "Say Something" abrazados.

- Menos mal que dijimos algo. - susurré juntando nuestras frentes.

Sus brazos rodeaban mi cuello, los míos sus caderas, no había espacio entre nuestros cuerpos.

No regresamos a la habitación, no todavía, ambos terminamos escondiéndonos en el vestidor.

Nuestras bocas se juntaron nada más cerrar la puerta, aguantar tanto rato sin besarnos no fue fácil, no cuando ambos estabamos tan cerca.

Ambos estábamos desesperados, el romanticismo inicial había desaparecido para dar paso a la más absoluta lujuria. Parecía que ninguno era capaz de deshacerse lo suficientemente rápido de la ropa del otro y aquello provocara nuestra desesperación.

- Joder. - me quejé al volver a fallar en el intento de quitarle el sujetador, así que opté por arrancarlo.
- Estas siendo un poco agresivo, amor. - protestó entre risas.
- Estoy ansioso por tenerte.

No volvimos hablar durante un buen rato, nuestros labios tenían una misión mucho más importante, estos no podían despegarse.

- Gracias. - Anaju habló cuando abandonamos el vestidor.
-¿Por qué?
- Por haber vuelto a repetir la mejor noche de mi vida.
- Te quiero. - dije por qué me apetecía.
- Yo sí que te quiero.

A diferencia de la noche del 29 de febrero, esta noche si que hubo respuesta.

Inconsciente || AnahugWhere stories live. Discover now