El fin de una etapa

1K 53 35
                                    

Tras aquel largo día todos fueron a dormir, Nami totalmente agotada se dejó caer sobre la cama, abrazándose a su almohada, hundiendo el rostro sobre esta sin humor de charlar en lo más mínimo con su compañera de habitación. Solo quería dormir y dejar se preocuparse de todo, esconderse de todo con la esperanza de que en la mañana todo volviera a la normalidad, sin preguntas ni charlas incómodas, simplemente despertar y que todo sea como antes.

Sin más, entre sus enfados y frustraciones, Nami cayó dormida. Pasaban horas y horas en las que se despertaba en mitad de la noche con un dolor de cabeza insoportable, una jaqueca que la hacía sentir nauseas y mareos, pero no tenía fuerzas como para levantarse de su cama, solo volvió a cerrar los ojos y volver a conciliar el sueño. Este proceso se repitió varias veces a lo largo de la madrugada:

Se despierta de la nada, con un zumbido insufrible en los oídos, ojea a su alrededor comprobando que aún no es de mañana y termina por caer nuevamente sobre la almohada.

Las horas transcurren sin parar, Nami se despierta de forma mucho más relajada, su malestar parecía reducido, incluso pudo sentarse sobre la cama mirando a su alrededor y notando que la cama de Vivi estaba vacía, ¿habría salido por agua en mitad de la noche? Un bostezo perezoso se escapó de su boca, dejándose caer nuevamente sobre la cama con la vista clavada en el pecho, comenzando a recordar para hacer pasar la noche, más su mente tenía este proceso:

"Como me duele la cabeza... me vendría bien uno de los postres de... Ugh no puedo. ¡Ya sé! Una de las mandarinas de Bellemere me ayudará, me pregunto si Sanji ya... ¡Mgh! No, no debo de pensar en eso... Estoy en una maldita espiral... Hmm... Espiral... Como su ce-... ¡Me lleva la-!"

- ¡MMGHHHHHH!!!

Harta de no poder escapar de su propia mente, se cubre el rostro con el blanco almohadón de plumas para soltar un grito de frustración ahogado por el cojín. Y la poca vitalidad que había ganado se esfumó, no tuvo ganas de levantarse y así como así, volvió a caer dormida con esa almohada cubriéndole el rostro, escondiéndola de su realidad, de sus amigos y obviamente, de Sanji.

Tuvieron que pasar varias horas más hasta que Nami volvió a despertar, al parecer entre sueños que no era capaz de recordar había terminado recostada boca abajo, con la cabeza mirando en dirección hacia la cama vacía de la princesa. ¿Sería ya hora del desayuno? Tomó asiento sobre el colchón de su cama, observando todo su entorno aún con la mente nublada. Se miró a si misma con la misma ropa de ayer, por lo que decide tomar un buen baño caliente. Que el agua caliente despeje un poco sus pensamientos.

Fue hasta el baño dejando caer cada una de sus prendas y llenando la bañera con agua caliente, sumergiéndose en la tina sintiendo el tacto del agua caliente acariciar su fina piel, un placer así sin duda le hacía falta, recostándose hasta que el agua la cubra por completo.

Bajo el agua todo lo que veía era tan borroso y difuso, tan enmarañado como sus propios pensamientos. Ya había pasado por cosas muchísimo peores, había sido esclavizada y obligada a robar para sobrevivir, sin embargo, nunca había tenido que soportar la culpa de lastimar a un ser querido. Y lo peor era la incertidumbre de no saber lo que Sanji pensaba respecto a ella, es más, si las palabras del rubio eran sinceras y el en serio la había perdonado sin exigirle nada a cambio, eso solo lo haría algo peor, pues entonces ese cocinero sería mucho más noble de lo que ella le reconocía.

Saca la cabeza del agua para tomar una bocanada de aire, haciendo un puchero infantil llena de fastidio por como su propia mente le jugaba en contra, estaba harta de ese sentimiento y más que consciente de que permitir que su mente divague así solo repetiría lo de esta noche. Así que solo había un camino, seguir adelante.

Salió de la ducha secándose cuidadosamente con sus toallas hasta quedar seca, para luego vestirse con una blusa color rosa sin escote y unos pantalones vaqueros marrones, con las sandalias del día anterior mientras que mentalmente trazaba un plan para el día presente.

Por mi NamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora