Alguien que te cuide

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El sonido atronador de los disparos, el insoportable aroma de la pólvora mezclado con la sangre, el retumbar del suelo por los pasos decididos de la gente y los gritos de determinación, furia y agonía, en esto se había convertido el próspero reino de Alabasta. Una nación pacífica con más de un milenio de historia ahora estaba siendo arrasada por su propia mano debido a la intervención de un sólo hombre, sin embargo, fue por un pequeño grupo que este desértico reino pudo salvarse, un grupo de desinteresados piratas que lucharon con gallardía hasta agotar sus últimas fuerzas ante una amenaza que los sobrepasaba por mucho, imponiéndose ante el enemigo infiltrado y salvando un pueblo que nunca jamás conocería de su existencia.

Estos héroes anónimos se tomaron su tiempo para descansar en una de las enormes habitaciones del castillo, una que compartían con la princesa de ese reino, una dama que los había acompañado durante unos cuantos meses hasta haber llegado a conocerlos y encariñarse con ellos hasta el punto de considerarlos como su segunda familia, o como los piratas suelen decir, se convirtieron en sus queridos compañeros.

A Vivi Nefertari no le alcanzaban las palabras para agradecer por todo lo que esas personas hicieron por ella, no sólo por haber salvado su nación, sino por todo lo demás. Por brindarles su protección, su amistad, por ayudarle a madurar y a comprender mucho más de sí misma de lo que nunca jamás pudo haber imaginado. En ese simpático barco tuvo comida que le calentaba el alma, un ambiente de diversión y juegos como no tenía desde su infancia, multitud de hombros en los que llorar y por sobre todo, magníficas personas que la dotaron de bravura y esperanza para nunca tirar la toalla, para levantar la cabeza ante la adversidad y lanzarse de frente por sus objetivos sin importar lo imposible que estos parezcan, pues se lo demostraron una y otra vez, que cuando tienes a tus compañeros y las agallas para seguir adelante, puedes obrar milagros.

La hermosa princesa pensaba en esto durante una noche de insomnio, apenas tenían dos días de haber terminado con todo el conflicto y pese a que estuvo todo el día ayudando a su padre tanto como podía para calmar el pánico en el reino, ahora no sentía ni un ápice de cansancio. Quizá era porque su mente no se acostumbraba a la idea de que ya no tenía un país al que salvar o quizá solamente seguía eufórica por la victoria y por eso no conseguía conciliar el sueño.

Sea como sea, ella estaba en esa habitación, escuchando la respiración y/o ronquidos de los piratas reposando del combate, a veces, cuando un ronquido era especialmente estruendoso no podía contener su risa. En esas noches largas, su querido compañero y pato mascota, Carue, iba a su regazo para recostar su cabeza y ser mimado por las suaves manos de su dueña, escuchándola filosofar.

- Vivi... 

Un quejido tenue llamaba la atención de la joven y su pato, volteando la vista hacia la cama de la derecha, donde la pelirroja mirándola con los ojos entrecerrados, al parecer todavía le faltaban unas horas más de sueño.

- ¿S-si? -Balbuceó Vivi con algo de timidez, intentando contener su risa por ver a la glamurosa amiga con el pelo desaliñado, los ojos hinchados y la boca abierta.

- Cállate un rato... Quiero dormir... -Dijo con mucha pesadez.

Ese comentario hizo que el rostro de Vivi arda en vergüenza, no tenía idea de que estaba siendo tan ruidosa, ¿Desde hace cuanto que la estaban escuchando? ¿Habría despertado a los demás? Por la pena aparta a su amado Carue de un empujón, tirándolo al suelo para así poder acostarse perfectamente en su cama. Por esto, el ofendido superpato se levanta y le picotea la frente como venganza.

- ¡Auch! 

Gritó para instantáneamente taparse la boca, frunciendo el ceño mientras da unas palmadas en el colchón, haciendo que la gigantesca ave vuelva a recostarse con ella, olvidándose de su rencor para cerrar los ojos nuevamente.

Por mi NamiWhere stories live. Discover now