Capítulo 12. "Lo siento"

212K 12.8K 2.2K
                                    

Antes de matarme por tardar tanto en subir quiero decir que tengais en cuenta que esta es mi ultima semana de clase en cinco de mis diez asignaturas en la uni, asique me han basicamente explotado a examenes y trabajos SIN AVISARME DE ANTEMANO. 

Hace na semana los profesores empezaron a decirnos montones de trabajos y examenes para estas dos semanas y yo no tenía nada escrito de antes que os pudiese subir asíque tuve que acabar todo a las prisas para poder escribir este cap, que además me ha costado lo suyo.

ASI QUE LO SIENTO MUCHISIMO. AQUÍ LO TENEIS, OJALA OS GUSTE AUNQUE ES MÁS QUE NADA DE PASO CON ALGUNAS CAMBIOS IMPORTANTES PERO NO TAN INTERESANTES TODAVÍA.

♥♥♥♥♥♥♥♥♥

No hay nada más agradable que empezar la mañana siendo amenazada con una llamada a la policía por parte de un taxista cabreado. ¿Tanto le costaba esperar a que sacase dinero en el cajero? No,  él solo veía como única salida acusarme de aprovechada y denunciarme. ¡Ni que a él nunca se le hubiese olvidado el dinero en casa!  ¿La increíble y maravillosa solución que me sacó del problema? Pedírselo  prestado, a la entrada del trabajo mientras todos te miran, a la persona que peor te cae del departamento.

Carlos, el imbécil del mes.

-Gemma...-GRECIA. GRE.CI.A. Siempre igual, si no fuese porque me acababa de salvar de un momento increíblemente incomodo...-si estás necesitada de dinero no deberías andar cogiendo taxis...

Para meterme en otro.

-Yo no estoy..

-Todos sabemos que en esta parte de la ciudad son bastante caros...

¿Necesitaba hablar tan alto en mitad del primer piso de la empresa? Me estaba haciendo parecer estúpida.

-Lo sé, yo..

-Hay que ser responsable y marcarse limites..

Mientras Carlos me reprendía sin ningún motivo para hacerlo una pelirroja pasó por mi lado derecho intentando disimular la risa que mi situación le producía. Sin éxito. Avergonzada y enfadada a partes iguales me detuve en mitad de la sala y miré al hombre que me había salvado hacía unos minutos con todo el desprecio que no supe disimular, él en cambió se giró y me miro, desde su gran metro ochenta de estatura, como si fuese una pequeña mosquita muerta a la que no lograba entender.

Estuvimos cerca de un minuto mirándonos sin decir nada, hasta que por fin me resigné a aceptar que mi mirada amenazadora nunca sería captada, debido a mi escaso metro sesenta  y mi poca presencia amenazadora,  y que lo único que estaba consiguiendo era parecer todavía más rara.

Estaba harta de que  la gente me sacase fotos.

Con el paso más rápido que mis tacones me permitía, adelanté a Carlos y me dirigí al ascensor.

-¡Gemma! - Me giré; y me cabreé conmigo misma por haber reaccionado a su llamada aún cuando la hacía con un nombre que ni siquiera era mío. - Tenme un cafecito hecho para cuando suba.

Toooooda la empresa se enteró de que hacía los cafecitos de ese imbécil.

Sonreí a mi superior sin dejar que siquiera un sentimiento se mostrase en mi rostro, cosa que me costó debido a la rabia que sentía, oí el timbre del ascensor y me introduje en el con otras cinco personas, una vez que las puertas se cerraron me giré y me di tres cabezazos contra la pared.

-Gilipollas, aggg, asqueroso, cabrón, puto gigante descerebrado...

Las cinco personas se apartaron de mi como si tuviese la peste, pegándose a la pared contraria del ascensor cual spiderman en un octavo piso. Ceo que vi a uno de los hombres empezar a moquear y a lagrimear por el susto. Aún así yo ya estaba acostumbrada a esas reacciones asique una vez terminé con mi arrebato de rabia les sonreí, me arreglé el pelo y empecé a salivar.

Jefe, quiero un hijo suyo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora