Cap 16. RUBÍES Y ESTRELLAS

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XVI

Después de un proceso exhaustivo para dar con la identidad del asesino de aquel hombre reconocido en la política, los datos arrojaron a un sospechoso muy poderoso y ahora los agentes irían en su búsqueda.

—No hay de otra seguramente con su poder y dinero pensó que no se haría justicia —mencionó un policía a su compañero mientras caminaban de prisa para subirse a la patrulla.

El último día de hospedaje en el hotel Madhur estaba comenzando y Rubí mantenía una llamada telefónica sentada a lado de la mesita con el teléfono.

—Te digo que aquí está de locos, desde que te fuiste todo se puso de cabeza —dijo una voz detrás de la bocina.

— ¿Eso es bueno? —preguntó preocupada.

— Tu misma lo verás, mamá anda en las nubes creo que ya se gastó gran aparte del dinero que le dieron a papá por ti.

—No me extraña —soltó en un suspiro.

— ¿Pero tú estás bien? —cuestionó su hermana.

—Si lo estoy, solo que a veces extraño mi casa, mi cama, a ti... —explicó Rubí retorciendo el cable del teléfono.

—Pues tus cosas mamá ya las regaló y la casa bueno ya sabrás que se le ocurrió a papá.

— ¿Qué cosas están haciendo? ¿Por qué se oye tanto ruido? —dijo subiendo el tono de voz pegándose más a la bocina del teléfono.

—Ya lo verás cómo sea tú ya estás viviendo con tu marido y yo me tengo que aguantar las decisiones de mamá y papá. —se lamentó Alisha.

—Te prometo que pronto podrás visitarme, no sabes cuanta falta me haces —le dijo a su hermanita.

—No te preocupes muy pronto volveremos a estar juntas, te dejo debes estar con tu marido —respondió Alisha— cuídate.

—No me molestas, ¡Oye no te vayas, espera! —Suplicó Rubí.

—Hablaremos después señora Darshan —contestó divertida soltando una pequeña risa— te quiero que Krisna te proteja.

Alisha colgó el teléfono mientras pasaban hombres con cajas llenas de cosas por el pasillo frente a su habitación.

—Voy a decirle a Nadeem que quiero invitar a mi hermana a quedarse unos días, no creo que se oponga él es buena persona. —dijo la joven Farash estaba segura que su hermana podría pasar unos días con ella.

El sol parecía más resplandeciente que de costumbre y el calor era mitigado por el viento tibio que jugaba con las hojas de los árboles.

Un papel fue deslizado bajo la puerta de Rubí llamando su atención.

La joven acomodó el teléfono y se acercó donde la nota, pero al abrir la puerta nadie se encontraba en el pasillo.

— ¿Y esto? —preguntó revisando el papel.

"Necesito hablar con usted, si quiere saber de qué se trata la espero en la barra del bar a las 12.

Atte. Narayani"

La joven miró la puerta cerrada que daba a la habitación de su marido y después hecho un vistazo al reloj que marcaba las once, jaló un poco de aire y salió de prisa llevándose su pequeño bolso bordado en colores pastel.

En una casita de Assam Diego caminaba nervioso de un lado a otro mientras Luz Maharaní alimentaba el par de borregos que tenían en el patio.

Los pensamientos lo hacían presa de sus nervios.

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