Cap 7. LA LUNA DARSHAN

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VII

Celeste Niyam fantaseaba con un hombre prohibido, un amor que le sería arrebatado antes de tener oportunidad con él.

—Si tan solo pudiera drenar mi sangre y cambiarla, me atrevería a ser tuya —pronunció en la soledad de su habitación.

La chica había robado una prenda de su hombre amado y la ocultaba celosa en la privacidad de su alcoba.

Nadeem llegó cansado y se refugió en el cuarto tras el jardín donde nadie podía entrar, se había visto obligado a encariñarse con la soledad, preparó el baño y hundió su cuerpo en el agua tibia entregándose a un profundo sueño, sentía culpa.

Alessanbali se quedó como invitada en la casa del sultán Abbadon Brunéi, pasaban horas conversando y poco a poco la confianza de él era un bien intangible del que ella podía presumir, la soledad de un hombre es un arma que con el tiempo puede orillar a la perdición del mismo. Alessa envío un par de rupias a su padre justificando un trabajo y su vergüenza.

Los días pasaron como un parpadeo y Luz Maharaní enfrentaba su vida de casada, las horas a lado de su suegra eran tan aburridas, Diego entregado al puesto de telas en Shiban ya casi no se veían.

Sentía la vida consumiéndola a ella misma, todavía recordaba las palabras que al despedirse le dijo aquel hombre del parque, el tal Ranjit.

La madre de Diego no dejaba salir a la joven, una mujer casada no es bien vista sin la compañía de un hombre a cambio se quedaba en casa viendo pasar la vida, como marca la costumbre no intervenía en las labores domésticas hasta que la henna no desapareciera.

— Creo que a esa joven no le interesó la amistad de este mendigo —dijo un hombre tomando un bulto de ropa para irse de aquel parque.

Un extraño hombre rondaba la casa del sultán esperando ver a su nueva compañía aquella mujer que conoció en un hotel de Dispur.

— Tío necesito que me ayudes. —insistió una joven.

— Pasa hija, siéntate en las piernas de tu tío y cuéntale que sucede —respondió Abbadon.

— ¿Por qué dejaste que Nadeem se comprometiera con esa muchacha? —mencionó Celeste sentándose sobre su tío.

— ¿No te parece? —le pregunto a su sobrina.

— No —contestó tajante— fíjate que el otro día fui a verla, porque pensé que necesitaría ayuda por todo esto de la boda y verás que me corrió de su casa — contó la joven mientras jugaba con la corbata de tu tío.

— ¿Eso te hizo? —preguntó mirándola.

— Si, se atrevió a decirme que ella ejercerá más derecho sobre mi hermano...

El Sultán escuchaba atento las palabras de Celeste Niyam, siempre había sido una niña caprichosa y consentida así que no confiaba demasiado en lo que le dijera.

— La verdad tío tengo miedo que ella nos saque de la casa, imagínate yo y la pobre de Nirali...

— Mira querida el matrimonio no puede ser cancelado, fue algo que tu abuelo dispuso desde antes de que nacieran...

— Pero tío algo se podrá hacer, intentar comprar a sus padres tú puedes hacerlo tío, por favor —reprochó ella— no quiero a una tipa como ella en la familia.

— Escúchame hagamos algo, procura no tener problemas con tu cuñada si ella te molesta me lo dices y yo iré a ponerla en su lugar ¿Te parece? —comenzó a persuadirla.

— ¿Y si presiona a Nadeem para que nos haga a un lado? —le preguntó incomoda.

— ¿Realmente crees que tu hermano iba hacerlas a un lado? —sonrió palmando las suaves mejillas de la chica.

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