03; Jeon Jungkook

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BUSÁN, 12:23 P.M.

-Jungkook-ah, ¿estás bien?- Pregunta mi compañero de ballet, Jimin, mientras continua presionando mi espalda para que estire aún más mi cuerpo. No es hasta ese momento en que me doy cuenta de que mi pecho ya está tocando el suelo y mis brazos han pasado la distancia de mis pies desde hace un rato.

Asiento con la cabeza y deja de empujar. Al instante noto mis músculos destensarse. Me incorporo nuevamente y me dispongo a levantarme para ayudarle a estirar, pero cuando me giro me encuentro con su mirada interrogativa. Es obvio que sabe que miento.

-Oh vamos. Estás más distraído de lo habitual.- Replica cruzándose de brazos. Al fin y al cabo, él siempre sabe cuándo miento, y ésta no iba a ser la excepción. Suspiro y le apoyo la mano en el hombro para que se agache y se coloque, viéndome obligado a contarle la verdad.

-No estoy durmiendo bien. Hace unos días conocí a un chico por una aplicación.- Me sonrojo un poco al recordar el poco avance que hice al socializar. Agradezco que Jimin esté de espaldas a mí, pues así no puede notar lo avergonzado que me encuentro. Incluso podría jurar que tengo las orejas coloradas. –Creo que metí un poco la pata, ya que desde ese día no me ha vuelto a hablar.

Comienzo a sentirme triste al caer en cuenta de que no ha contactado conmigo en tres días. Sin darme cuenta, ejerzo demasiada presión y le empujo demasiado hacía abajo, cosa que logro percibir después de que suelte un quejido de dolor.

Me separo de él para comprobar si le he hecho demasiado daño, pero cuando se da la vuelta me mira sorprendido. Incluso incrédulo podría decir.

-¿Cuándo pensabas decírmelo?- Se queja mientras que me evalúa con la mirada, como si en mi expresión facial hubiera alguna respuesta posible, pero solo miro hacia el suelo en señal de arrepentimiento.

Debí habérselo dicho antes, pues es él quien suele aconsejarme y decirme que hacer. El ser dos años mayor que yo le da dos años más de experiencia en la vida.

-Da igual. Si no te ha vuelto a hablar... ¿has pensado en hablarle tú?

Por un momento me planteo la opción de tomar la iniciativa, pero queda totalmente descartada al recordar como la cagué en nuestra última -y, puestos a decir, única- conversación. Sacudo la cabeza mientras estiro las piernas y le indico que él también lo haga.

-La última vez quedé como un estúpido delante de él. No puedo hacerlo de nuevo.

Estiro sus brazos y comienzo a aplicar fuerza para tirar de su cuerpo hacia mí, pero suelta el agarre y me mira con cara seria.

-Quizás por eso deberías hablarle.- Se justifica. Vuelve a estirar los brazos para que los tome y comienzo a tirar de él un par de veces, hasta escuchar su columna crujir. Se incorpora de nuevo y ahora es él quien tira de mí. –Tal vez quedaste como un idiota. No lo voy a negar porque lo eres todo el tiempo. Pero por eso mismo deberías retractarte: demostrarle que no lo eres, aunque no sea verdad.

-Tal vez tengas razón.- Digo en un susurro que estoy seguro ha llegado escuchar. Ignoro el hecho de que me acaba de llamar estúpido y me levanto, ofreciéndole mi mano para reincorporarse también. Nos acercamos a la barra que hay incrustada horizontalmente en la pared y, con un poco de su ayuda y colocándome de espaldas a él, comienzo a alzar mi pierna derecha.

-La cuestión es que no sé cómo hablarle sin avergonzarme a mí mismo.- Revelo al fin la verdadera razón por la que en estos tres días me había negado en rotundo a volverle a hablar.

Miro su reflejo en el espejo, pero solo me encuentro con su mirada seria, como si me estuviera juzgando silenciosamente. Comienza a levantar un poco más mi pierna, pasando esta vez la altura de mis caderas.

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