capítulo 4

13.1K 517 159
                                    

Miraba el techo de mi habitación, el recuerdo de mi primera vez, más de un año ha pasado desde eso. Lo que vino después no fue más que escalando de intensidad, me aprendí los gustos de David pero aún así lo hacía enojar.

Mis muñecas aún tenían las marcas rojas del amarre en el que estaban, las toque sintiendo el dolor en la piel. Apenas si me mantenía de pie, aún estando acostada me temblaban las piernas. Sintiendo que cada día aprendo algo nuevo, creo que nunca lo sabré todo. Tendré que usar algunas pulseras para taparlas en la escuela si no se borran de aquí al lunes.

Alguien golpea mi puerta, giro mi cabeza y doy permiso para que entren. Era Mercedes.

- ¿Señorita necesita algo?- Estaba preocupada

- Si, hielo, por favor.

Me miró preocupada antes de irse, pasé mi mano por mi frente, mi castigo por provocarlo fue estar amarrada de manos, como siempre a su merced, pero para mí eso no era un castigo. Me acerqué al baño a lavar mi cuerpo del sudor y las secreciones que dejó la tanda de orgasmos.
Miré mi cuerpo en el espejo, mis mejillas estaban rojas, mis caderas marcadas con sus dedos, tenía mis pezones delicados pero no dejó marcas en mis pechos...esta vez. Cada cierto tiempo experimenta algo nuevo en mi cuerpo, y siempre espero con ansias ese día.

El agua fría moja mi cuerpo mientras suspiro, dejo el agua correr un tiempo hasta que salgo, afuera Mercedes está esperándome con bolsas de hielo.

-¿ Está bien señorita? - Mira mis brazos con marcas y mis muñecas con la rojiza piel.

Asiento, siento que en cualquier momento comenzará a llorar así que pido que se marche, en la ventana se puede ver el atardecer.

Por lo menos no fue necesario poner ninguna pulsera cuando regresé a clases, el amarre no me hizo tanto daño. Sammy me esperaba ansiosa en el salón de clases.

- Te tengo un chisme amiga. Te mueres, resulta que llega un chico de intercambio, dicen que es muy guapo, y sus padres están forrados, quizás tanto como los Montenegro. Quizás te animas a socializar con este chico.

- A ver sí tu te animas a socializar con Esteban.

Su cara se tornó roja al instante de pronunciarlo, me miró enojada por mi comentario, miré por la ventana. Las clases estaban por comenzar cuando entro un chico, tenía la mitad de su castaño cabello largo amarrado en una coleta, ojos negros, no café oscuro, eran negros, bastante alto y musculoso.

- Eli, de verdad es guapo.- me susurró Sammy

Lo miré unos segundos más, no se veía nervioso a pesar de ser el nuevo, le sonrió a las chicas que lo miraban, se escuchó más de un suspiro.

Volví a mirar por la ventana, me aburría en clases, tomaba apuntes y demás pero simplemente me aburría.

El receso llegó y con mi amiga bajamos al patio, quería aire fresco. El chico nuevo no demoró en hacer amigos, se encontraba hablando con algunos chicos de mi clase.

Sammy miraba embelesada a Esteban, como quien mira una botella de agua en el desierto, gruñi por lo bajo, de verdad que era una cobarde esta chica, años enamorada en secreto y ni si quiera podía hablar cuando él estaba cerca.

Miré hacia mi alrededor buscando algo interesante, me fijé en la ventana que daba a la sala de materiales de artes, había una sombra ahí, recordé que día era hoy, mi celular vibró y supe que debía irme.

-Sammy me voy

-¿ Por qué siempre me dejas sola los lunes a esta hora? Sufro sin ti en esta jungla mujer. - Sonrio ante su comentario.

Siempre tuya 🔞Where stories live. Discover now