XXXIII.

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"Deberías saber que eres preciosa,
tal y como eres".
- Alessia Cara.

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Entrelazó una toalla al rededor de su cuerpo mientras escuchaba a sus amigas gritar de emoción, las aguas termales tenían muchos beneficios para la piel y el cuerpo, entre otras cosas. Era algo que por obviedad a cualquiera le motivaría, Ao esperaba que le ayudara más con sus cicatrices.

– A pesar de que comes mucho tienes buen físico-kero.

– No sé si tomármelo como halago o insulto. — La castaña se acercó tomando las manos de la chica.

– Eso debes tomarlo como halago, hay muchas que si nos excedemos con la comida subimos de peso.

– ¡Es verdad! ¡yo engordo hasta con el aire!

– Pero eres invisible Hagakure-san. — Giró la cabeza confundida, si engordase no sabría como notarlo a menos que le palpase.

– ¡De igual forma! que Yaomomo y tú puedan comer en exceso es envidiable.

– Ustedes son igual de hermosas, no deben envidiar el cuerpo de nadie. — Agregó la pelinegra uniéndose a la conversación.

– Siempre hay algo que deseas de otra persona y quizás esa misma persona desea tener algo que tú puedes tener, es un círculo vicioso. — Elevó sus brazos para que vieran sus cicatrices. – Yo por ejemplo, podría querer borrar esto y tener sus brazos sanos, no soy alguien a quién deban de envidiar.

Todas se miraron entre sí, lo que Ao decía era cierto. Se sintieron un poco mal nuevamente al verle esas cicatrices, probablemente ya no le acomplejaban tanto como antes pero algo de aquello seguía. Momo aún no lograba olvidar cuando se acercó a ella con timidez a pedirle unos guantes que le tapasen hasta los codos, esa vez que Mineta y Kaminari la engañaron para que se visitiesen de animadoras.

Pero la chica frente a ellas sonreía tanto actualmente, que creían que todo ya estaba bien, por lo mismo decidieron dejar el tema ahí, quitarse las toallas y entrar al agua.

– La comida realmente estaba deliciosa. — Acarició su estómago la ojiceleste, mientras se sentaba en una de las rocas metiendo solo las piernas al agua.

– ¡Qué bien se siente! deberías meterte completa Ao-chan. — Mina le lanzó agua en el rostro. – No pensé que fuesen tan redondas.

– Esta bien, esta bien y no digas cosas tan vergonzosas, Mina por dios. — Se tapó su delantera.

– Es genial que haya aguas termales, hace mucho tiempo no tomaba uno.

– No puedo estar tranquila sabiendo que Mineta está del otro lado. — Todas voltearon a ver la pared que se alzaba y que les separaba de los hombres. – Por muy descabellado que suene, lo veo capaz de cruzar o asomarse.

– Es cierto. — Se estremecieron de solo imaginarlo y claro que debían de hacerlo, pues la idea de Ao no estaba tan alejada de la realidad.

– ¡MINA NO TOQUES AHÍ!

Al otro lado de esa gran pared de madera, se encontraba un pelo de uva tratando de escuchar que era lo que decían las chicas del otro lado, era esto lo que más deseaba del viaje al campamento y solo imaginar que estaban desnudas o cubiertas por alguna toalla... quería con todas sus ganas observar el regalo y oportunidad que los dioses habían enviado.

– ¿Ven? ahí está... -!— Habló para sus compañeros cuando se escuchó un grito de la ojiceleste. – Que no separen la hora del baño para hombres y mujeres ahora es un accidente, sí, un accidente esperando a producirse.

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