Capítulo 8 : Sermones

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Y, sin embargo, heme aquí.

—Ellos parecían unidos. —comento recordando la forma en que se comportaban en el taller. —Me dio la impresión de que eran una pareja.

Mi amiga niega con la cabeza, su pelo rubio siguiendo el movimiento.

—Impresion equivocada, amiga mía.

—Pero tenía a su hijo. Te conté que fue a dejarlo al taller. —insisto. —Además, en la cafetería... actuó como si fuera la madre de Trevor.

—Siempre ha funcionado así entre ellos. Verónica es la única figura materna que conoce.

—¿Qué quieres decir?

Nat desliza a un lado la cerveza para inclinarse más cerca.

—Cuando Daven regresó a Hampton, no lo hizo solo, sino con un niño de dos años. La gente estaba un poco conmocionada por verlo transformado en padre soltero. Más de uno trató de indagar, pero él nunca dio explicaciones sobre quién era la madre. Además, siempre pareció tenerlo todo bajo control, incluso durante el tiempo que le llevó reconstruir el taller. Su padre era el único que le echaba la mano. Sólo contaba con él, ya que para entonces Devan se había enlistado en el ejército. —su expresión se vuelve reflexiva. —No sé exactamente cómo Daven y Verónica volvieron a acercarse. La cosa es que terminó ocurriendo unos meses después de su regreso.

—Siempre fueron buenos amigos. —hao un gesto de indiferencia con la mano. —Amigos de esos que se follan.

—Pues estuvieron en una relación. Quiero decir, lo intentaron. Es la razón de que ella actúe de modo tan protector con Trevor. —aclara. —Aún después de que se separó de Daven, quiso seguir teniendo contacto con el niño. Supe que llegaron a una especie de acuerdo, con horario de visitas, días de paseo y todo eso.

Una punzada de celos me atraviesa. Eran una familia, una familia real.

—¿Por qué terminaron?

—Ni idea. Un día estaban juntos y al siguiente ya no.

—¿Segura que no hay nada entre ellos?

—Ya te lo dije. —agrega con una nota de cansancio. —Verónica es la prometida de Zachary ahora. ¿Recuerdas a Zac?

Mis ojos se agrandan.

—¿De verdad se casará? Oh, vaya. Es que ella siempre fue...

—El amor lo cambia todo. —declara con una falsa voz romántica. —Sigo esperando que mi propio príncipe azul aparezca, pero tal vez esté borracho en alguna esquina.

—Espero que no se acerque. No quisiera verte con un ebrio.

—Al menos los bares ofrecen material decente para una noche. —vacía su vaso de un trago mientras le da otra mirada al sujeto detrás de mí. —Puedes relajarte por el poco tiempo que dure.

Suelto un bufido.

—Si tú lo dices.

—Deberías intentarlo una vez, es divertido. Y no tienes que compartir información personal después del acto.

—Paso, gracias.

—¿Te estás guardando para Daven? —alza una ceja.

—Oficialmente, esta conversación dejó de tener sentido.

—¿Desde cuándo no tienes sexo?

—¿Por qué eso es importante?

—Porque te cambió la cara cuando supiste que que tu ex se encuentra disponible. Además, acabas de decir que está más bueno que el helado napolitano. O sea que no has parado de mirarlo de forma lujuriosa. —entrecierra los ojos y el azul de sus ojos destella con perspicacia. —Lo deseas.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Where stories live. Discover now